La ideología consumista… en vez de llevar una bandera, se ponen ropas que son una bandera. Han
cambiado algunos medios y algunos instrumentos externos, pero, en la práctica, es un empobrecimiento de la individualidad que se disfraza a través de su valorización.

Pier Paolo Pasolini

Pier Paolo Pasolini es, sin duda, desde una perspectiva cultural, más también ideológica, una de las figuras más representativas de la intelectualidad europea en el siglo XX. Estaba dotado de una gran vitalidad, energía y capacidad creativa.

Sin embargo, en estos años de desinterés, falta de pulso y apatía, ha sufrido un cierto ‘apagón’. Si la ocasión lo requiere se citan, como de pasada, algunos de sus films emblemáticos o más raramente alguno de sus poemas o textos ensayísticos… y poco más.

Especialmente grave, me parece que tanto en Italia como en el resto de Europa, los jóvenes tienen hoy otras expectativas, están muy alejados del contenido crítico de sus películas, de sus preocupaciones, de su sobriedad y de su actitud anti-consumista y desconocen, por completo, su valentía al apostar por la tolerancia, al situarse nítidamente al lado de los más vulnerables y al denunciar la explotación de los más débiles, la alienación y el desprecio a las minorías.

En breve, va a conmemorarse el centenario de su nacimiento (Bolonia, 5 marzo 1922) una ciudad que se ha caracterizado por su espíritu rebelde y por los conflictos sociales que tenían lugar. Las movilizaciones obreras fueron muchas, existían grandes diferencias… y la miseria, el dolor y la explotación estuvieron muy presentes hasta los años cincuenta.

Es este un momento adecuado para preguntarnos qué legado ha dejado tras sí. Es conveniente realizar unas valoraciones críticas sobre sus concepciones cinematográficas creativas y su pensamiento. En la segunda mitad del siglo XX fue un intelectual de vanguardia y su filmografía, traspasó los límites de su Italia natal, para convertirse en un director de referencia europeo. Fue, asimismo, periodista, filósofo y novelista, llegando a ser considerado uno de los intelectuales más citados y admirados por la originalidad y belleza de su filmografía y por su actitud valiente y decidida, a favor de causas que consideraba que debían ser apoyadas. Es particularmente relevante su visión de los marginados y los considerados ‘excéntricos’ por los mandarines de turno.

No debemos pasar por alto, de ninguna manera, que fue un intelectual polémico y controvertido, levantaba a su paso encendidas y encontradas pasiones. Unos lo defendieron y lo consideraron ‘un ariete’, que había abierto resquicios por los que avanzar en el reconocimiento de la dignidad humana, en tanto que otros lo vilipendiaban por sus ataques a la iglesia católica, a la actitud cruel y despiadada de los poderosos y por sus posiciones irreverentes y rupturistas.

Con el paso del tiempo, su figura continúa teniendo frescura, tanto por las manifestaciones de su espíritu inquieto como por su complejo mundo interior. Fue contradictorio, sentía un fuerte impulso religioso, mas estaba abiertamente en contra del dogmatismo y del ‘secuestro’ del sentimiento religioso por parte de una iglesia inmovilista que lo reducía todo a meros rituales. A la vez, el contenido social de sus ideas tenía una fuerte impronta marxista. Quizás por eso, se enfrentaba abiertamente a quienes, desde una visión acrítica del socialismo, consideraban el marxismo una iglesia, como contra quienes apegados a una tradición arcaica y medievalizante, convertían a la iglesia católica en un aparato de poder que progresivamente, se iba deslizando hacia la corrupción, sin lograr desprenderse de las consecuencias de su colaboración con el fascismo y de su connivencia con los poderosos.

Todavía hoy, la belleza de alguna de sus películas me conmueve. Sus diálogos son fértiles, sus imágenes impactantes. Nos muestra lo que sienten, lo que son y han sido, los humildes, los excluidos y vulnerables que es tanto como decir, los perdedores de cualquier época. Sus propósitos se manifiestan nítidamente. Sus películas son tan originales como transgresoras. Es capaz de desnudar, sin concesiones ‘su interior’ y desde una visión prístina e incontaminada denunciar la explotación, la injusticia y la violencia. No hacía gala de su homosexualidad, mas no la ocultó nunca… aceptando las consecuencias de sus transgresiones.

En la mayoría de sus films sabe fustigar, con acierto, la intolerancia y la insolidaridad, recurriendo con extrema habilidad a la parábola e incluso a la paradoja. Ya que lo que está haciendo constantemente son interpretaciones de la realidad. Advierte, con lucidez, el daño que pueden causar ciertas amenazas fantasmagóricas que pretenden, ante todo, debilitarnos mediante el miedo y la inseguridad.

No es fácil descifrar los propósitos de Pasolini. En sus creaciones hay veces en que se desprende un halo de pesimismo, mas la vitalidad y la esperanza acaban haciéndose presentes. Aquí y allá su humanismo procura torcer el brazo a cualquier forma de cinismo con sus corolarios de inacción y cobardía.

Pretende hacerse entender si no por todos por muchos, sin renunciar a lo complejo y estéticamente elaborado. Muchas veces he pensado que como otros cineastas a los que admiro, busca que el espectador se haga preguntas, en lugar de hacerlo receptor pasivo de ‘píldoras3 didácticas’. Esta contienda a brazo partido, hace que se sienta precozmente viejo pero, siempre, busca comunicar y provocar respuestas. La comunicación por la comunicación, la entiende como una cáscara hueca, en tanto que los contenidos son los que transmiten vida.

Es más, sin conocimientos, sin raíces, sin memoria, no existiría la conciencia. Para él –y ahí está buena parte de su grandeza- la reflexión y un poco de humor e ironía, deben de estar –y de hecho están- al servicio del espíritu crítico.

Hemos de poner en valor su valentía y su coherencia en vísperas de su centenario. Nos debe servir ante todo, para refrescar la memoria y para que las generaciones nacidas a finales del siglo XX y en el XXI, tengan la oportunidad de conocerlo y valorarlo. En muchos momentos comprometidos decidió ser libre y se negó con entereza a doblegarse o a poner fin a sus valientes y decididas críticas.

Nunca se arrepintió de ser el autor de algunas de las películas más escandalosas del cine europeo del momento. Señalemos tan solo Saló o los ciento veinte días de Sodoma, El Decamerón o El Evangelio según san Mateo, donde se funden logrando un resultado hermoso, la espiritualidad cristiana y marxismo.

Me parece significativo que Pier Paolo Pasolini despreciaba a su padre y sentía veneración por su madre. Por ello, no puede extrañarnos que Susana Corussi (su madre) representara a la Virgen María, en “Il Vangelo secondo Matteo”

Los más cinéfilos recordaran, sin duda, que fue un formidable director de actores. Todavía se recuerda la portentosa interpretación de Anna Magnani en Mamma Roma o tantos momentos inolvidables de Franco Citti, uno de los actores que más y mejor trabajó a sus órdenes.

Su espíritu libre le permitía hacer lo que hasta ese momento otros no se habían atrevido, como cuando en Edipo Re decide apartarse de Sófocles y hacer una interpretación muy personal. De forma similar, cuando rueda Medea -incluyendo a María Callas en el reparto- actualiza y se aparta, hasta cierto punto, de la línea argumental de Eurípides.

Desde muy pronto tuvo feroces enemigos que lo atacaron inmisericordemente desde todos los frentes. Fue denunciado por corrupción de menores y esta no es más que la primera de las muchas persecuciones judiciales que padeció. En la ‘muy católica Italia” igualmente fue condenado por críticas a la Iglesia y a la religión. Por otro lado, el Partido Comunista lo expulsó, al considerar la homosexualidad una degeneración burguesa. La intolerancia, como puede apreciarse, estaba muy repartida en la sociedad italiana del momento y alcanzaba tanto a ‘tirios como a troyanos’.

Quisiera dejar sentado porque lo considero relevante, que Pier Paolo Pasolini puede y debe ser considerado uno de los representantes más cualificados del llamado ‘Neorrealismo italiano’, al menos, en su primera etapa.

Es obligado señalar, aunque sea sucintamente, algunos de los premios y distinciones que le fueron otorgados. La lista es amplia. Señalemos, tan solo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Venezia por El Evangelio según San Mateo (1964) y en el de Cannes, el Gran Premio del Jurado por Las mil y una noches.

Cuando se trasladó a Roma, Fellini lo apoya y lo ayuda. No tuvo mal padrino. Pasolini por su parte, sabe reflejar con lucidez la vida en los barrios marginales. Dará lugar por tanto, a películas de un fuerte impacto, controvertidas, polémicas y, desde luego, escandalosas para la sociedad bien pensante.

Los ambientes que refleja son sórdidos y suburbiales. En películas como Accattone o Mamma Roma aparecen prostitutas, chaperos, jóvenes marginales sin futuro que huyen hacia delante y delinquen constantemente, así como una extrema violencia y una ausencia desgarradora de horizonte vital. Es muy angosta –si es que existe- la ‘salida del infierno’.

Tiempo habrá en los próximos meses para ir analizando, de forma más pormenorizada, alguno de los aspectos que hemos enunciado.

Existe –todo consiste en querer verlo- un delgado y sutil hilo luminoso que une el pasado con el presente. Cuando reflexionamos sobre el pasado lo estamos interpretando desde nuestro presente y se establece entre ellos una interrelación dialéctica.

Pasolini cree que es imprescindible ser heterodoxo para ser libre. Es plenamente consciente del precio que hay que pagar, especialmente en sociedades cerradas, por ejercer una actitud disidente, sin tapujos. El mero hecho de ser coherente y de atreverse a practicar una libertad de pensamiento, fue resultando cada vez más arriesgado, quizás por eso, provocar era cada vez peor visto por ‘los bien pensantes’, siempre dispuestos a la censura y al escarnio.

Hay que estimular a los jóvenes a que se animen a adentrarse en ‘el universo Pasolini’. A mediados del siglo pasado fue un icono intergeneracional. Sus películas y sus gestos cifrados van dirigidos a quienes estén dispuestos a acompañarlo por el espinoso camino que emprendió.

A un tiempo era frágil y fuerte. Para avanzar hay que luchar y hay que dejar que las contradicciones aflores y se manifiesten. Solía asumir los retos que le iban saliendo al paso con naturalidad, no exenta de amargura.

La sociedad italiana estaba cada vez más fragmentada, poniendo de relieve desigualdades e injusticias que muchos no estaban dispuestos a seguir aceptando sin rebelarse. Quizás por eso, fueron años de miseria, seguidos de una cierta recuperación económica donde la clase obrera planteaba sus reivindicaciones… y luchaba por mejorar sus condiciones de vida. Hay quienes han visto a Pasolini como un visionario. No lo creo. Fue, eso sí, un hombre que ojo avizor pensó que las contradicciones del presente se podían superar. Una buena parte de su obra está consagrada a esa esperanzada finalidad.

Un escritor –y lo mismo podríamos decir de un cineasta- si es intuitivo y perspicaz, atisba lo que ocurre a su alrededor… y hasta es capaz de predecir los cambios sociales, como había formulado unos años antes, Walter Benjamin.

Pier Paolo Pasolini, eligió su trinchera que fue la de la soledad. El artista, el creador no es aquel que tiene posiciones inamovibles, sino el que con ductilidad, acierta a describir no sólo los hechos sino los cambios de perspectiva que van teniendo lugar.

Su mirada fue siempre dialéctica. En su pensamiento están en ebullición los fantasmas interiores que provienen del pasado y la resistencia que hay que ejercer contra las intolerancias y el inmovilismo del presente. Podría decirse que es una conciencia crítica en acción. Sin alharacas, con naturalidad, su mirada crítica –que algunas consideran revolucionaria- es casi, casi un ejercicio de humildad insumisa.

Se juzga así mismo constantemente sin contemplaciones. Quizás, por eso, ‘sus confesiones son tan duras, tan abruptas, tan tormentosas’. Intenta parapetarse contra los soberbios, los intolerantes y los que se consideran en posesión de la verdad, con una entereza moral puesta a prueba una y otra vez. Buen conocedor como era de la obra de Antonio Gramsci, piensa que la lucha por otra cultura es también la lucha por otra moral, o lo que es lo mismo, por otro modo de ver y sentir la realidad.

Su mundo interior, desde su juventud fue turbulento y sometido a fuertes desgarros. Por tanto, no es de extrañar que entre sus escritores predilectos, en esos años, figuraran Fiódor Dostoievski, William Shakespeare o Samuel Taylor Coleridge.

Practicó, también –y con acierto- la poesía. Obtuvo, por ejemplo, el 1957 el prestigioso Premio Viareggio, por su poemario “Le ceneri di Gramsci” (las cenizas de Gramsci), que me parece excelente. Si bien no son fáciles de encontrar -pueden hallarse en las páginas de sus ensayos- comentarios, reflexiones y análisis de un valor nada desdeñable. La mayor parte de ellos están recogidos en “Passione e ideología”. De sus novelas de corte realista, donde describe una atmosfera violenta, miserable y feroz destacan “Muchachos de la calle” y “Mujeres de Roma”

Hemos de ir aproximándonos al final de esta larga nota propedéutica. No obstante algo hemos de decir sobre su brutal asesinato, cometido en 1975, en las arenas de Ostia, cerca de Roma, pese al tiempo transcurrido, aun restan muchos puntos obscuros, hilos de los que tirar y asuntos por esclarecer. En un primer momento se quiso atribuir el asesinato a un joven chapero, que fue detenido conduciendo el coche de Pasolini.

Una nota de crueldad innecesaria fue que el cuerpo estaba desfigurado ya que el coche le pasó varias veces por encima, por si esto fuera poco, el cuerpo fue quemado con gasolina posteriormente. Hasta aquí todo podría pasar por unas notas truculentas. Pero hay mucho más oculto, agazapado tras una densa capa de penumbra.

El supuesto asesino fue condenado en 1976, pero más tarde se desdijo de su testimonio, comentando que fueron tres jóvenes quienes perpetraron el crimen, gritando continua y machaconamente ‘¡maricón y sucio comunista!’ Cuando murió estaba escribiendo “Petróleo” su obra póstuma que no pudo finalizar.

Parece probado que Pier Paolo Pasolini tenía el propósito de hacer público en “Petróleo” el nombre del asesino de Enrico Mattei, presidente de la compañía petrolera italiana Eni.

Es más que posible que su asesinato tuviera que ver con las revelaciones que pensaba hacer. De hecho, las páginas del cuaderno donde se abordaba este espino asunto parece ser que fueron arrancadas.

Italia es un país maravilloso pero complejo. Bajo una capa apacible guarda no poca violencia. Fuerzas obscuras están operando constantemente. Hay personajes poderosos que parecen gozar de inmunidad y a quienes no alcanza nunca o casi nunca la mano de la justicia. Del asesinato de Pasolini sólo me resta por señalar que no es un caso cerrado, sino que por el contrario permanece abierto, muy abierto. Quizás algún día pueda conocerse la verdad de los hechos.

Pongo aquí fin a este breve ensayo, esperando que en 2022 sean muchos los comentarios, artículos y homenajes que se le rindan. Creo que es inexcusable que se programen ciclos de sus películas más representativas y que se organice una exposición que ponga de relieve la importancia de su figura, en la cultura del siglo XX.

Las televisiones públicas, las editoriales y las revistas culturales deberían participar activamente en este singular evento.