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EVOCACIÓN DE FRANCISCO GINER DE LOS RÍOS: UN
SOÑADOR QUE VIVÍA CON LOS PIES FIRMEMENTE
ENRAIZADOS EN EL FUTURO (II)

SU LEGADO FECUNDO, RENOVADOR Y ESTIMULANTE: UN EJEMPLO DE MEMORIA DEMOCRÁTICA

Es un deber de memoria que merece recordarse, para hacerle justicia, que uno de los principales objetivos de Giner de los Ríos era, en medio de unas condiciones de atraso y postración, contribuir a formar personas bien preparadas, con espíritu crítico y con conocimientos científicos sólidos. Sólo así se podría conseguir que el país funcionase, se europeizase y saliese de un largo
letargo sin la tutela de la Iglesia, anclada en sus dogmatismos.

La tarea era de envergadura. La fuerza de su pensamiento y su energía lograron que se sumaran a esta empresa colosal un grupo de hombres y mujeres que compartían sus ideas innovadoras y que colaboraron con él desde época temprana. Hablaremos de algunos de ellos, aunque sea someramente.

De esta manera se logró con tesón, disciplina y buen hacer que la ILE tuviera el prestigio e impulso que la convirtió en una institución que influyó de forma decisiva, en la cultura, en la ciencia… formando hombres y mujeres capaces de destacar, en la renovación del país.

El reconocimiento que alcanzó, tanto en nuestro país como a nivel internacional, fue enorme. Lo que no ha evitado que determinadas “guerras culturales” la hayan elegido como blanco de sus ataques y procurado, tanto ayer como hoy, desprestigiarla sembrando dudas sobre sus intenciones.

El pasado pesa. Quizás por esa razón merezca la pena recordar “aquí y ahora”, su significado e importancia… sin dejarse dominar por la nostalgia. Es este un deber que hemos contraído con quienes estuvieron ligados a la ILE en sus diversas etapas.

Combatir los prejuicios e infundios forma parte, asimismo, del “aliento interior” que me ha puesto en marcha. Soy consciente que es un terreno resbaladizo y minado, mas creo que la fuerza de los hechos, contribuirá a que resplandezca la verdad, en medio del obscurantismo y la ignorancia.


No pretendo ser exhaustivo, mas bastará con señalar algunos de sus colaboradores señeros para poner de relieve su importancia en la modernización del país. Nos hemos referido, con anterioridad, a Nicolás Salmerón y a su maestro Julián Sanz del Río. Es de justicia citar, asimismo, a Gumersindo de Azcárate, Bartolomé de Cossío, Julián Besteiro, Domingo Barnés, Rafael Altamira y a Lorenzo Luzuriaga, que tanto y tan brillantemente hizo por impulsar la educación, durante la Segunda República. En el campo científico destacan los premios Nobel, Santiago Ramón y Cajal y Severo Ochoa, así como Blas Cabrera, Juan Negrín que fue un investigador brillante, a parte de su trayectoria política y tantos otros.


Por lo que a los estudios históricos y filológicos se refiere, los nombres de Américo Castro y Ramón Menéndez Pidal, por citar sólo dos ejemplos ilustres, son harto elocuentes. Numerosos escritores, profesores e intelectuales influyentes, estuvieron muy relacionados con la ILE, baste citar a Leopoldo Alas “Clarín”, Manuel Azaña, que más tarde sería presidente de la República, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Alejandro Casona, Pedro Salinas, Manuel Altolaguirre y Luis Cernuda, entre otros muchos, aunque los citados son de por si exponentes de lo más representativo de la literatura y cultura española.


Es muy destacable que la ILE fue la primera Institución que apostó por la coeducación. De hecho, algunas de las primeras proto-feministas y feministas, estuvieron muy ligadas a ella. Citemos a María Goyri, María Zambrano, Zenobia Camprubí, María de Maeztu,
directora de la Residencia de Señoritas, que jugó un importante papel, unida a la Residencia de Estudiantes, María Moliner, Maruja Mallo y tantas otras.

Más conocida es la Residencia de Estudiantes, a la que podemos considerar su auténtico buque insignia. Lo más granado de la Generación del 27, pasó por allí. Baste citar a quienes estuvieron vinculados a ella, García Lorca, Buñuel, Dalí, Alberti… Es obligado mencionar a Alberto Jiménez Fraud, su director durante muchos años. La mera enumeración de estos nombres pondrá en la pista al lector/lectora, del transcendental papel en la vida cultural y científica que la ILE, jugó.


Indiscutiblemente, la herencia principal de Giner de los Ríos es la ILE, sobre cuya importancia y transcendencia no es necesario insistir más. Sí que me gustaría incluir en esta relación a aquellas instituciones que Francisco Giner o sus discípulos o colaboradores crearon. Echaron a andar para hacer realidad sus proyectos de investigación pedagógica, humanística o científica. Baste con señalar El Museo pedagógico nacional, La Junta para la ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, que becaba a personas inquietas y capacitadas para que completaran sus estudios en el extranjero, en contacto con los centros de mayor prestigio. Fue el precedente del CSIC, que tras la Guerra Civil, incautó y aprovechó algunas de sus instalaciones emblemáticas.


Hay más, mucho más, pero por no hacer larga y prolija la relación, tan sólo citaré las misiones pedagógicas que tanta importancia tuvieron entre 1932 y 1936. Organizaban exposiciones, diversos actos culturales y fomentaban la lectura con sus bibliotecas ambulantes intentando llegar a lugares recónditos de la España profunda. García Lorca, con su “Barraca” divulgaba obras teatrales. Participaron activamente en esta tarea de extensión cultural, María Zambrano, Luis Cernuda. Rafael Alberti, María Teresa de León, María Moliner y tantos otros intelectuales y personas relevantes de la cultura.


Francisco Giner de los Ríos fue, también, un estudioso y profundo conocedor de distintas materias, un magnífico ensayista y un polemista que defendía sus ideas con un conocimiento nada desdeñable, mas también con pasión y claridad expositiva. Me limitaré a citar media docena de estudios y ensayos de su extensísima obra.


Son poco leídas actualmente y, es una pena, porque contienen mucha sabiduría y de ellas pueden extraerse ideas y proyectos de palpitante actualidad. Me parece relevante su Presente de la ciencia política y bases para su reforma, Son desde luego, imprescindibles sus aportaciones sobre educación y pedagogía. Especialmente habría que destacar El espíritu de la educación en la Institución Libre de Enseñanza, ya que contiene informaciones y comentarios de gran valor. De una riqueza de matices notable es Instrucción y educación, que nunca conviene confundir. Desde luego Giner, no lo hizo nunca.


Resultará sin duda provechosa, su Historia de las universidades, que contiene reflexiones muy pertinentes acerca de lo que son, han sido y deben ser estas instituciones. Si hubiera que sugerir la lectura de uno de sus libros elegiría la Antología pedagógica, en la edición del profesor Francisco Laporta, 1977, así como una selección de sus ensayos de Juan López Morillas, publicada en Alianza en 1969.

Un libro divulgativo de un especialista en la ILE, como Antonio Jiménez-Landi, que permitirá formarse una opinión sobre esta institución es Breve historia de la Institución Libre de Enseñanza (1896-1939). Tébar, 2010.

Para aquellos que deseen disponer de una información más completa y detallada no dudo en sugerir que consulten un magnífico texto de la Fundación Francisco Giner de los Ríos, donde diversos autores, en tres volúmenes, opinan sobre diferentes aspectos. El libro lleva por título La Institución Libre de Enseñanza y Francisco Giner de los Ríos: nuevas perspectivas, (2013). Es un material muy útil, fruto de concienzudas investigaciones, que orienta sobre diversos aspectos, la mayoría de los cuales son de gran actualidad.


Giner de los Ríos dotó a la Institución de algunas características progresistas, renovadoras y bien definidas: pasión y amor por el conocimiento, tolerancia, cosmopolitismo y un cierto relativismo, tan necesario para la formación de un espíritu crítico que unido a una confianza en los valores, ideas y principios democráticos, son generadoras de optimismo y de compromiso con lo que ennoblece al ser humano.

La preocupación por una educación moral es otro de sus principios emblemáticos. No es, ni mucho menos, desdeñable la participación de los alumnos que propugna y defiende en su proceso de aprendizaje.


La transcendencia de la ILE es inapelablemente histórica. Marca, quizás, el zenit de las instituciones que llevan a cabo una misión educadora y comprometida con voluntad de progreso.


Si el desarrollo intelectual es importante, más lo es el moral para una formación integral de la persona. El dominio de uno mismo o de una misma, en el que tanto insiste Giner, es un exponente claro de su filosofía pedagógica. Sin libertad de pensamiento un país se empobrece, o peor aún, se embrutece. Aún hoy, Giner es un faro que marca el camino a seguir.

En una evocación como esta quiero finalizar imaginándolo como un nuevo Prometeo que entrega el fuego del conocimiento a los demás, con un claro compromiso civilizatorio.

Resta mucho por decir, pero estas dos entregas, confío en que hayan servido para evocarlo como un deber de memoria hacia su figura egregia y firme… y, para salir al paso de tantos comentarios miserables que por ignorancia o mala fe se siguen prodigando, por parte de la derecha extrema y sus “voceros”.


No es extraño que quienes así actúan no quieran ni oír hablar de memoria democrática. No les conviene que salgan a la luz sus felonías, actitudes retardatarias y manipulación descarada de los periodos más nobles y meritorios de la historia de nuestro país.


ANTONIO CHAZARRA MONTIEL
Profesor Emérito de Historia de la Filosofía