Inicio Blog Página 5

Análisis y reflexión en nuestra última Cena – Debate del 3 de junio

En la pasada noche del viernes tuvo lugar otras de las Cenas Debate del Club de Opinión Liber Cogitatio, para la reflexión y el análisis, impulsado desde Castell-Platja D´Aro i S’Agaró por un grupo de ciudadanos del Empordà con la pretensión de abrir un espacio de enriquecimiento cultural enmarcado en el librepensamiento.

En esta ocasión el ponente invitado fue el prestigioso economista Joan Tugores, ex Rector de la Universidad de Barcelona y uno de los mayores expertos en economía internacional.

Tugores, puso de manifiesto que cuando parecía que se superaba el shock histórico de la pandemia, y la crisis desencadenada por la tragedia sanitaria a nivel global, la invasión de Ucrania ha generado nuevas e importantes tensiones en los escenarios geopolíticos europeos, que están teniendo una repercusión a nivel mundial.

La guerra en Ucrania esta originando nuevas fricciones, como la revisión a la baja del crecimiento y al alza de la inflación, que acentúa nuevas pulsiones “desglobalizadoras”, de la slowbalization a riesgos de fragmentaciones.

 Y por otro lado hay que añadir la estrategia de China que pretende ascender por la vía del comercio, como primera potencia exportadora, también de las finanzas, así como la pretensión de reforzar su papel como potencia  tecnológica, esto es observable en el Plan China 2025, de liderazgo en sectores claves, en el control de materias primas.

El profesor Tugores, citando a Jean Monnet reflexionó respecto a la integración europea cuando decía que «Europa se forjará en las crisis» y lo que finalmente sea Europa será el resultado de las respuestas a sucesivas crisis

Extrapolable a todas las escalas, nacionales y globales: el futuro no está escrito, afirmó, dependerá de cómo lo conformamos con nuestras respuestas a momentos críticos; esperamos que sea con lucidez y sensatez.

Un nutrido público, celebró sin fisuras y contribuyó con enriquecedor debate a la ponencia y al análisis llevado a cabo. Al finalizar el acto el presidente del Club, el Profesor Andrés Cascio, manifestó la voluntad de continuar trabajando en este espacio de enriquecimiento cultural, como un necesario aporte al desarrollo humano en el Ampurdán.

Presentación: https://clublibercogitatio.com/wp-content/uploads/2022/06/estanfl-desglob-3juny2022-rev.pptx

El reto de la igualdad como principio ideológico

El primer individuo al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir “esto es mío y encontró gentes lo bastante simples como para hacerle caso, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Cuantos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no le hubieran ahorrado al género humano el que, arrancando las estacas o cegando el foso, hubiera gritado a sus semejantes: “Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que las frutas a todos pertenecen y que la tierra no es de nadie….”

Jean-Jacques Rousseau. El contrato social. 1762

El ser humano era libre, hasta que se rompe el encantado natural de estar integrado en la naturaleza, hasta el momento en que el sentido de la propiedad, “esto es mío”, “que hay de lo mío”, introduce el modelo de desigualdad moral, socialmente vinculada mediante un contrato y se aleja de la razón de la naturaleza misma.
Ensayo filosófico de Jean-Jacques Rousseau, cuyo título completo es el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1755).

La igualdad natural es propia de todo el género humano por naturaleza, es decir, desde el comienzo, con 30 días de vida nacido de parto normal o por el milagro del bisturí y ningún hombre o mujer puede tener más derechos que otros, ni tampoco menos, todos deberíamos ser igualmente libres. Lo que implica que, sin igualdad, no hay libertad.

La igualdad a lo largo de los tiempos, afirma Thomas Piketty, es fruto de luchas y rebeliones contra la injusticia, y resultado de un proceso de aprendizaje de normas, usos y costumbres, sistemas legales, sociales, y sobre todo educativos que bien articulados constituyen la supuesta base igualitaria de la sociedad en la que vivimos.

Pero no es así, este proceso se ve debilitado por la amnesia histórica, y porque tras las vivencias cotidianas, no es fácil comprobar, como el equilibrio es mucho más que frágil y la desigualdad es el signo característico de las sociedades organizadas en la actualidad, desde las sociedades primarias hasta las más complejas.

La consigna marxista, (programa de Gotha, 1875) de “a cada uno según sus necesidades y a cada uno según sus capacidades”, (aunque también encontramos el concepto en la parábola de los talentos en el evangelio de San Mateo), obedece a un principio idealizado del bien común. La sociedad acepta solamente y presuntamente la igualdad ante la ley y mantiene intactos los mecanismos de explotación del hombre por el hombre, o mejor aún, permite que algunos colectivos humanos, que, alegando su derecho de preservación, explota a otros colectivos, es decir naciones contra naciones, estados que explotan a otros estados, corporaciones que explotan a sus recursos humanos, etc.

Así es como se perfilan las naciones del primer o el tercer mundo, continentes de primera como Europa o continentes de la trastienda de la humanidad como África.

La pobreza, la marginación, la miseria y las desigualdades sociales no son algo históricamente superado. De los 5.660 millones de humanos que pueblan la tierra, sólo 1.200 millones viven en el primer mundo desarrollado; el resto lo hace en países del Tercer Mundo, subdesarrollado y algunos incluso pueblan los países del infradesarrollo.

Pero tratar la igualdad, exclusivamente desde el punto de vista de la posesión de medios y bienes, del reparto de la riqueza o aún más de los derechos jurídicos, tal vez resulte demasiado simplista y es por ello por lo que el tratamiento de la desigualdad no puede ser abordado solo en un aspecto, el de la servidumbre o todo aquello que es atinente a las políticas capitalistas o regímenes que regulan las posesiones materiales e incluso intelectuales. Hay que analizar también, la igualdad debido a culturas y/o de etnias, la igualdad de género, la igualdad de oportunidades, y en especial aquellas que puedan conducir a la adquisición de conocimiento y al destierro de la ignorancia, la igualdad en definitiva en relación con la dignidad y en consonancia con la libertad de pensamiento.

Pero analicemos la igualdad desde otra perspectiva, ¿es posible alcanzar culturas igualitarias?; En los últimos años, varios antropólogos han llamado la atención sobre lo que llaman “sociedades igualitarias”, algunas de las cuales han investigado directamente a través del método de observación participativa.

Estas sociedades se encuentran en diferentes partes del mundo, por lo general en nichos ecológicos aislados, e incluyen a los Hadza de Tanzania, los Mbuti del Zaire, los Bushmen Kung de Botswana y Namibia, y los Negritos Batek de Malasia.

No hay desigualdades claras de riqueza, poder o estatus entre ellos; además, no son’ igualitarios’ por defecto, sino que enfatizan conscientemente el valor de la igualdad y la practican activamente [i]

En Tehuantepec, (región ubicada en el estado mexicano de Oaxaca) o en los kunas de Panamá, constituyen sociedades en donde, no es que haya un predominio y un poder mayor de las mujeres, sino que son culturas con unos valores hegemónicos cuya consecuencia es la presencia de mayor igualdad social e igualdad de género (Gómez, 2008, 2009, 2010, 2011). Águeda Gómez Suárez∗ Universidad de Vigo (España).

Por consiguiente, al menos en la experimentación de laboratorio, si es posible. ¿Dónde se encuentra entonces, la base para alcanzar la igualdad?

Spinoza, en su libro sobre Ética, propone que tanto hombres como mujeres deben aspirar a la verdadera esencia de la igualdad que conduce a la libertad, buscándola en la libertad interior. La clave propuesta no solo por Spinoza, sino también por Thomas Hobbes, la base para alcanzar paulatinamente esa condición de igualdad estriba en el papel fundamental de la educación.

Estatura de Spinoza

Por otra parte, Nietzsche, afirma que ni existe la igualdad, ni la queremos y es posible que tenga razón, pero ello es culpa de la educación recibida, el adoctrinamiento y condicionamiento en el pensar, sobre todo por los progenitores, artífices de la educación esencial. Por consiguiente, lo que existe efectivamente es que los seres humanos, al menos hasta el día de hoy, es que somos desiguales.

Sin embargo, aún existe otro factor para tener en cuenta y es la necesaria capacidad de comprender a los otros desde la discrepancia que resulta imprescindible desarrollar, para afianzar una sociedad igualitaria.

La diferencia en el paquete de ideas, usos y costumbres, que cada ser humano posee y que ha ido acumulando mediante imputs y conocimientos adquiridos, según determinadas circunstancias a lo largo de la vida y que mediante la educación y la socialización, han configurado una determinada forma de ser y de pensar, (es lo que hemos dado en llamar personalidad) y eso hace que en la práctica sea muy difícil encontrar dos seres humanos con un comportamiento y un pensamiento idéntico, por tanto en este sentido no todos somos iguales y por consiguiente constituye un requisito básico, el respeto y la comprensión desde la diferencia.

La globalización que sobrevino a la caída del régimen soviético y que implicó en la práctica la hibernación casi permanente de la propuesta comunista, (al menos de momento) trajo aparejado un crecimiento económico de la producción, sumado a una difusión de los conocimientos y a un aumento desregulado de la comunicación, con el empleo de las nuevas tecnologías de la información; pero sin embargo se han mantenido intactas las estructuras profundas del capitalismo y su importancia macroeconómica, esta situación se vio aún más agravada por la gran crisis del año 2008, que hizo tambalear las estructuras del sistema y que de alguna manera indujo, aunque débilmente, a repensar el capitalismo neo liberal. Pero habría que añadir, que la globalización nunca alcanzó a las personas, no ha existido nunca una globalización social, se quedó en una mera mundialización de la economía. ¿Existió en realidad alguna transformación con la globalización?

Algunos pensadores de este siglo se plantean dicho análisis y se expresan: “Ahora tenemos que estudiar qué sucede con la desigualdad en la distribución de los ingresos y de las riquezas: ¿en qué medida las estructuras de la desigualdad, con respecto al trabajo y al capital, se transformaron realmente desde el siglo XXI?. Thomas Piketty [ii]

Los diferentes fenómenos que se han venido sucediendo en el primer cuarto de este siglo XXI; Pandemia Covid19, explosión del Yihadismo, guerras constantes en una intolerable y lamentablemente enorme extensión geográfica, en una multitud de estados africanos y también en los países de cercano oriente, desde Yemen a Irak, de Siria a Palestina y las conflagraciones bélicas en territorios del Mar Negro, entre la Federación Rusa y Georgia, Ucrania, etc. por el control del Mar Negro, han provocado un aumento de la desigualdad, especialmente en determinados espacios geopolíticos y al mismo tiempo, se suman incrementadas las desigualdades étnicas impulsadas por la nueva ultraderecha, herederas de los viejos fascismos del siglo XX, convertidos hoy en ultranacionalismos populistas y en muchos casos con una marcada autocracia.

La desigualdad por razón de sexo, raza y pobreza (distribución desigual de ingresos y riqueza), no sólo no tienden a desaparecer, sino que se afianzan en distintas zonas del mundo, a lo que habría que agregar los fundamentalismos religiosos y la enormemente deficiente educación en la mayor parte del mundo.

Thomas Piketty

Si atendemos a que no puede haber una verdadera libertad si no existe la igualdad y a lo expresado anteriormente, podemos deducir que el gran reto para una política de progreso en lo que queda de siglo, lo encontraremos en un sistema que albergue los mecanismos necesarios para erradicar la desigualdad y la principal herramienta para alcanzarlo, está sin ninguna duda, en una mejora de la educación a nivel global, pero no estoy hablando solamente de la escolarización, sino más bien de la educación esencial, que se da en el seno de la familia, de la educación desde los entornos de socialización y es allí donde nos encontramos también con algunas herramientas fundamentales que deberían ser objeto de debate para su transformación, y con ello me refiero a los medios de comunicación de masas y a aquellos medios facilitadores de información y “formación inducida” que se distribuyen a través de las nuevas tecnologías de la comunicación.

Pues, así como el ser humano cuando
alcanza su perfección es el mejor de los
animales, así también, fuera de la ley y la
justicia es el peor de todos.


Aristóteles.

La pobreza y la ignorancia siempre han degradado la condición humana y por consiguiente el concepto de justicia, también va estrechamente asociado al concepto de igualdad, otra cosa es, si es posible o no, alcanzar una sociedad verdaderamente igualitaria.

Los estudios empíricos del último siglo han especulado sobre la existencia y las perspectivas de igualdad en las sociedades pasadas y futuras.  Aquí encontramos una división de opiniones, algunos sociólogos, pensadores y científicos han argumentado que la desigualdad es una característica inherente de todas las sociedades, el ser humano es envidioso y celotípico por naturaleza; mientras que otros han sostenido que las sociedades igualitarias han existido en el pasado, incluso en épocas “prealfabetas” y por tanto pueden existir en el futuro y, es más, pueden ser el eje orientativo de una nueva política socialista en el futuro. Una política para alcanzar sociedades fraternalmente estructuradas y basadas en los principios de igualdad y libertad. En este punto acuden a mi mente los pensamientos vertebradores que alumbraron la revolución francesa y que aún, 233 años más tarde, no hemos conseguido materializarlos.

Claro está que los seres humanos son diferentes, dependiendo del desarrollo de sus habilidades, de su talento o capacidades, y  también desde la perspectiva emocional y del desarrollo evolutivo de cada persona y en definitiva por la construcción harmónica o desharmónica de su personalidad, pero estas características deberían ser los únicos patrones de medida; es necesario destacar, que ninguno de ellos obedece a una razón étnica, de diferenciación sexual y mucho menos marcado por la diferencia de ingresos o de posesión de riqueza y ni tan siquiera dogmática.

“Existe un concepto globalizable de justicia a pesar de las diferencias culturales. Este concepto se basa en la igualdad con miras al establecimiento de un orden jurídico global democrático” que más allá de cualquier frontera física, geográfica o mental, “garantice la administración de la justicia al interior de y entre los Estados”. [iii] El objetivo es establecer una igualdad que garantice la ausencia de cualquier tipo de discriminación y por supuesto que sea equitativa. (El concepto de equidad lleva implícita una idea de justicia en relación con una situación deseable).

Notas
[i] (Woodburn 1982:931-2).
[ii] Thomas Piketty, El Capital del Siglo XXI. Fondo de Cultura Económica.2015
[iii] Por: Otfried Höffe Centro de Investigación Politische Philosophie Seminario de Filosofía de la Universidad de Tubinga Tubinga, Alemania sekretariat.hoeffe@uni-tuebingen.

Almudena Grandes: el poderoso influjo de Galdós

Si vas deprisa, el río se apresura.
Si vas despacio, el agua se remansa.

Ángel González

Me gusta lo que escribe y como lo escribe. Carga sobre sus hombros una tarea encomiable y necesaria. Ha sido ninguneada y menospreciada por algunos miserables, pero ha obtenido algo que es enormemente difícil de alcanzar, estar en el corazón de los lectores.

Fue galdosiana y galdosista. Quienes no aprecian la literatura de Benito Pérez Galdós, con frecuencia son elitistas que pretendiendo marcar una distancia, ponen de manifiesto su narcisismo y soberbia. Por eso, escriben para ser entendidos solo por quienes pertenecen a círculos que se pretenden privilegiados.

Ser galdosiano, sentir a Galdós es algo de mayor calado que tener conocimiento sobre su figura y sobre su literatura. Supone adoptar una posición sobre la sociedad y sobre el adonde nos encaminados y, también, considerar a don Benito un guía espiritual, alguien que nos va marcando el camino a seguir.

Me propongo en este breve ensayo exponer las razones por las que Almudena Grandes era ante todo y sobre todo, galdosiana de los pies a la cabeza. Nunca se sentirá a don Benito como algo próximo si no se participa de su fuego prometeico y de su afán redentor. Quienes siguen sus pasos admiran su afán reformista, su tolerancia, su laicismo y su ‘batallar’ sostenido en el tiempo contra la España inmovilista anclada en el pasado y reacia a cualquier cambio.

Almudena Grandes ‘capta al vuelo’ los mensajes galdosianos. Por eso, la huella del novelista decimonónico es sencillamente decisiva. De él sabe extraer lo que pervive de la memoria colectiva y transmitirlo para que se mantenga vivo.

Sus relatos actualizan y evitan que caigan en el olvido unos años oprobiosos, una España negra y un afán mendaz por parte de quienes obtuvieron privilegios de la dictadura y se apresuran a pasar página de forma oportunista… a fin de que, quienes no vivieron esa época, desconozcan y no tengan interés alguno en conocer todo el horror y la violencia de lo que sucedía, quizás porque por acción u omisión fueron cooperadores necesarios.

Empatiza con los ‘perdedores’ y nos describe como tuvieron que pagar un precio muy alto de sangre y dolor al finalizar la Guerra Civil.

Comenzaron por llamarla cruzada. La postguerra parecía que no iba a terminar nunca. Se caracterizaba por la represión más sanguinaria y el implacable propósito de extirpar el menor atisbo de resistencia.

Almudena Grandes siente un rechazo no sólo político sino moral hacia Franco y lo que significó su régimen dictatorial y opresivo. ¡Cuánta soberbia e ignorancia acompañó además el miedo, el nacional catolicismo y el hambre… mas al mismo tiempo, aunque ocultos y en silencio, empezaba a mostrarse la inquebrantable voluntad de los perdedores de no doblegarse y de luchar pensando que habría un mañana democrático!

Almudena leyó a Galdós con pasión, entusiasmo y, desde luego, con complicidad. Por eso, fue mucho más que una epígona galdosiana. Una mujer valiente que entendió que la España de ‘aquí y ahora’ tenía no pocas similitudes con la de don Benito, tal vez porque éste fue un adelantado a su tiempo, tal vez porque la inercia, el atraso, el fanatismo y el oscurantismo pervivieron durante mucho tiempo. Por eso, no es casual sino causal que considerara un deber continuar la tarea de conciliación, de modernización y de regeneración moral que llevó a cabo, sobre todo, en los Episodios Nacionales.

Con sensibilidad y una actitud humanista comparte el sufrimiento y el dolor de los vencidos . “Los Episodios de una Guerra Interminable” están destinados a narrar el heroísmo de unos seres anónimos que tienen un valor simbólico. Son los amantes de la libertad, supervivientes a la violencia de la bota de la opresión y logran salir adelante pese al odio de los verdugos, a la complicidad de la Iglesia y a la arbitrariedad y sumisión de los jueces; es más, lo logran con inteligencia, perseverancia y astucia.

Almudena es una intelectual comprometida que fustiga el inmovilismo, la explotación, el atraso y añora un futuro donde el laicismo y el respeto a los valores republicanos sean el firme baluarte de una sociedad más democrática.

No duda, al igual que don Benito, en hacer pedagogía social. Frente a tanto aislamiento y tanto oscurantismo, cree firmemente en las ventajas de un sólido espíritu europeísta tras una larga etapa de enclaustramiento y de persecución de las ideas democráticas.

¿Qué pretende? que recordemos de dónde venimos, hacernos conscientes del letargo en que hemos estado sumidos y que el ejemplo de quienes han luchado por la democracia y la libertad nos ayude a ser consecuentes y a seguir la tarea que ellos comenzaron.

En Los Episodios de una Guerra Interminable late una clara conciencia de que luchar por la democratización del país era inseparable de contribuir a su modernización, lo que obviamente es muy galdosiano.

Benito Pérez Galdós dejó sobradas muestras de feminismo en sus obras. Almudena Grandes ‘capta al vuelo’ su protofeminismo y su dignificación de la mujer. Algunos de sus personajes siguen la senda rebelde y opuesta a los convencionalismos de Tristana o de Fortunata. Repárese en el hecho de la importancia de las mujeres en estos Episodios de Almudena Grandes.

Es sencillamente conmovedor el valor que da a la educación y a la cultura como instrumentos para lograr una sociedad más justa y más compacta, donde la virtud y el mérito sustituyan a la vulgaridad de una sociedad inculta y ociosa a la que la dictadura y la iglesia procuraban mantener en la ignorancia y en la sumisión.

Más que probablemente, Galdós es el mejor novelista español después de Cervantes. Almudena Grandes sigue la senda de don Benito mezclando personajes reales con otros de ficción. Consigue efectos relevantes describiendo con crudeza la España de aquella postguerra interminable.

En ellos discurre el río de la vida… el río de la historia. Aquellas aguas, que como apostrofaba Heráclito, el Obscuro, no volverán. Aquellas aguas turbias pasaron. Constituyen un periodo tenebroso, mas nuestra obligación es dar cuenta de él. Almudena lo hace de forma profunda, admirable y certera.

¿Cuál es el hilo conductor y el leitmotiv de estas novelas? Mostrar con toda crudeza la durísima represión existente, mas demostrar que incluso en los peores momentos hubo una resistencia antifranquista.

Los Episodios de una Guerra Interminable estaba previsto que fueran seis. Otra curiosa coincidencia con los Episodios Nacionales de don Benito que tampoco pudo concluirlos. Ha escrito y publicado cinco y dejado bastante avanzado el sexto, “Mariano en el Bidasoa” que ojalá podamos ver pronto publicado, aunque como obra inconclusa. En él pensaba tratar algunos temas como ‘los topos’, aquellos combatientes republicanos y guerrilleros que permanecieron escondidos largo tiempo, así como la inmigración económica o la falaz interpretación triunfalista que se hizo de los Veinticinco años de paz, que no fueron sino una etapa de largo silencio impuesto.

De los otros cinco, iré realizando algunos comentarios porque tienen más unidad de la que parece y son mucho más que cinco momentos concretos de la lucha por la libertad.

Es lamentable el desconocimiento que sobre determinados hechos históricos existe entre nosotros. Así Inés y la alegría, está dedicado a glosar la invasión del Valle de Arán y las causas, cobardías y desafecciones que motivaron su fracaso.

Es más que interesante que los jóvenes se aproximen a ellos, libres de los prejuicios que se han inculcado a otras generaciones, para que los juzguen con serenidad y arrojen fuera de sí tantas tentaciones adanistas.

Sus páginas son conmovedoras, van dirigidos a lectoras y lectores que no han perdido la ilusión y la facultad de soñar y que rechazan y no se resignan a admitir cualquier tipo de silencio impuesto.

Almudena Grandes conocía bien y admiraba la poesía de Ángel González. En más de una ocasión solía repetir que “mañana es un mar hondo que hay que cruzar a nado”, me parece una idea de calado. El futuro hay que ganárselo. Nadie nos regala nada. Por eso, hay que saber desentrañar los hechos históricos para ponerse a salvo de tergiversaciones y de revisionismos interesados de nuestra historia reciente.

Es absolutamente lícito exponer, como ella hace, sus originales enfoques sobre esos años obscuros caracterizados por la degradación de la vida humana y por la imposición a sangre y fuego de la visión de los triunfadores.

En el segundo de estos episodios, El lector de Julio Verne trata, entre otras cosas, de las guerrillas que durante años operaron y se mostraron activas en diversas zonas y regiones de nuestro país, en este caso en Andalucía.

En Las tres bodas de Manolita, pone el dedo en la llaga en los fusilamientos, que tenían lugar a diario en los muros de los cementerios. Nos informa, con precisión, sobre cómo se construyó el Valle de los Caídos o cómo tuvo lugar el nacimiento de la resistencia clandestina que se fue extendiendo radialmente.

En Los pacientes del doctor García, describe otro episodio del que se tienen pocas noticias ya que se ha intentado borrarlo de la memoria. Me refiero, a la siniestra red encargada de propiciar la evasión hacia Sudamérica de jerarcas nazis que estaban de paso en España. Lógicamente, la dictadura franquista permitía, toleraba y alentaba sucesos como estos.

En el quinto y último publicado en vida de la autora, La Madre de Frankenstein, rastrea la historia de Aurora Rodríguez Carballeira, que asesinó a su hija Hildegart. Almudena Grandes describe implacablemente la vida degradada que tiene lugar en los manicomios como el de Ciempozuelos, reflejo de los múltiples atropellos que se podían observar a diario en cualquier ámbito.

Pone el dedo en la llaga hablando de retorcidos personajes, que aprovechan su poder para cometer tropelías como Antonio Vallejo Nájera, con su teoría de ‘el gen rojo’. Este emulo de degradantes prácticas nazis, operaba a los pacientes abriéndoles la cabeza para extirpárselo. Aparece, también, el robo de bebes, tras el fusilamiento de sus progenitores, para entregarlos a familias adictas al régimen.

En noviembre de 2021, Almudena Grandes se nos fue. Sin embargo, no creo exagerar al afirmar que es ya una autora clásica y de referencia. Lógicamente, los historiadores, sociólogos y otros científicos sociales han ido poniendo de relieve aspectos de la dictadura franquista, muchos de ellos, poco conocidos u olvidados. Almudena Grandes primero con El corazón helado y más tarde con Los Episodios de una Guerra Interminable, a través de personajes intrahistóricos nos ha hecho pensar, nos ha dotado de memoria y ha realizado un diagnóstico durísimo de lo que fue la dictadura.

El mejor homenaje que puede hacerse a un escritor o escritora es leer sus obras enmarcándolas, además, en las coordenadas históricas, culturales y sociales y descubriendo el sentido y finalidad que las alentaba. Este 23 de abril, Día del Libro, es una ocasión que viene como de molde, para como homenaje a Almudena Grandes leer o releer algunos de estos libros.

Cuando se pretenda estudiar, con rigor la dictadura franquista, especialmente entre el final de la Guerra Civil y mediados de los años sesenta, tienen un valor testimonial inapreciable, estas narraciones para entender cabalmente lo que pasó y para rendir un tributo de admiración hacia quienes con su lucha permitieron que el país fuera desprendiéndose de lacras y encaminándose hacia ideales democráticos de justicia.

Hay que valorar en ellos su humanidad, su prosa contundente y resolutiva y su objetividad. En Inés y la alegría, por ejemplo, analiza las razones por las que silenciaron los sucesos del Valle de Arán, tanto la dictadura como el Partido Comunista. Repárese, además, en el hecho de que Inés con su fuerza, con su determinación y su capacidad de resistencia es un personaje femenino nítidamente galdosiano.

El lector de Julio Verne junto a otros logros, es un proyecto que incide en cómo se puede descubrir una visión del mundo a través de la lectura. El personaje ‘Pepe, el Portugués’ es un modelo para ‘Nino’ el niño que empieza a vivir. Hay personajes –y esto también es muy galdosiano- que ayudan a descubrir y a hacer nuestras, verdades que nadie nos ha revelado.

Las tres bodas de Manolita es un relato a un tiempo desgarrador y tierno. Almudena combina, acertadamente, el narrador en tercera y primera persona. Recoge muy bien los ambientes como el del tablao flamenco, en cuyos sótanos se esconden perseguidos de la dictadura, así como las vicisitudes para hacerse con una multicopista o “vietnamita”, para dejar constancia de la resistencia y demostrar que pese a todo la lucha continua. En estos relatos describe muy bien algunos personajes torturadores y despreciables como el comisario, Roberto Conesa.

En otra de sus novelas, Los pacientes del doctor García, nos describe con precisión y emoción, como algunos republicanos se libraron del paredón, adoptando una identidad falsa. Nuevamente mezcla personajes reales con otros ficticios. En la red encargada de evadir jerarcas nazis, juega un destacado papel la fascista alemana y falangista española Clara Stauffer. Son de un enorme interés las páginas dedicadas a la Argentina de Domingo y Eva Perón, donde se pone de manifiesto la corrupción, el matonismo y la violencia que practicaban estos impúdicos, dictatoriales y populistas personajes. Sus páginas son estremecedoras y extraordinariamente vivas.

En la madre de Frankenstein, pone de manifiesto su hartazgo ante las tropelías impunes de tantos personajes sin escrúpulos. Además del repugnante Vallejo Nájera, también aparece el sibilino y ‘trepador’ López Ibor que tanto rédito sacó de su complicidad con la dictadura.

El interés y la fortaleza de ánimo de los personajes femeninos, es patente. No puede pasar desapercibida María Castejón, una Fortunata del siglo XX. Causa espanto y asco la situación y las continuas humillaciones que los enfermos mentales padecían en la España nacional católica. Resulta interesante constatar que algunas ideas ultras, que hoy vuelven a manifestarse, se ponían en práctica en aquellos años. López Ibor, sin ir más lejos, pretendía curar la homosexualidad mediante electro-shocks o lobotomías. Para comprender el poder y la falta de escrúpulos del nacional catolicismo, basta con atender a la figura del obispo de Madrid-Alcalá, Eijo Garay.

Leyendo Los Episodios de una Guerra Interminable, Almudena Grandes muestra a quien quiera entenderla, la realidad de esos años. No sólo fueron obscuros sino aterradores. Presta atención a la situación de las mujeres, a la clamorosa ausencia de derechos, a la dependencia del varón y a la explotación de que eran objeto.

Este breve ensayo va tocando a su fin. Me gustaría, no obstante, añadir a lo expuesto que al igual que don Benito, Almudena Grandes documenta muy bien los periodos en que sitúa la acción de sus novelas. Decimos esto, porque el lector o la lectora debe conocer, que por espantoso que sea lo que describe, es un fiel reflejo de una realidad mucho más inhóspita.

Por muchos motivos, considero que hay que leer, releer y colocar en el lugar que le corresponde, la literatura de denuncia, exaltación de la memoria y valoración de la tolerancia, la justicia y la libertad en un periodo donde casi todo estaba prohibido… y lo demás era obligatorio.

Se están realizando y van a realizarse diversos homenajes a Almudena Grandes que irán a más en los próximos meses. Me parece extraordinariamente justo. Dentro de poco se va a recordar su trayectoria en el Centro Social Covibar de Rivas Vaciamadrid y en la Fundación Progreso y Cultura de UGT. Agradezco, una vez más, a la revista digital Entreletras, que preste sus páginas para divulgar este emocionado recuerdo.

Primera Cena – Coloquio del Club, llevada acaba este pasado viernes 25 de marzo, con la particpacion como ponente del Catedrático de Filosofia de la Universidad de Barcelona y Senador Manuel Cruz

El filósofo y senador Manuel Cruz, ha participado como ponente en el debate inaugural del Club de Libre Pensamiento, Liber Cogitatio, que vio la luz, este viernes día 25 de marzo en Castell-Platja D´Aro (Girona), en el acto que fue presidido por el Alcalde del municipio Maurici Jiménez y el Presidente del Club, el Dr. Andrés Cascio, Cruz se refirió a las vicisitudes que atenaza a la democracia, que se ve amenazada por los autoritarismos de variado pelaje que azotan al mundo de hoy.

“Las decisiones que afectan a todos proceden en última instancia de la decisión del conjunto de los ciudadanos, ellos significa que les estamos atribuyendo a todos ellos el derecho a participar en ese proceso de toma de decisiones de manera igual y libre”, tal vez cabria la pregunta “¿y si el problema de la democracia fueran los ciudadanos?”.

“La concepción moderna de la utopía se levanta sobre las cenizas de la derrota de la primera, alimentando la expectativa de que el futuro es ese lugar donde todo puede llegar a ser de otra manera (la utopía es el porvenir que se esfuerza por nacer, afirmaba Víctor Hugo”, el desarrollo de estos contenidos se reflejan en la última obra de este catedrático de filosofía, que al tenor de unas sus recientes publicaciones es también, “Un transeúnte de la política”, son extractos de su último libro “La Democracia, La última Utopía”.

Un enriquecedor debate, contribuyó a dar luz a este nuevo espacio para la reflexión y el análisis y en una animada cena, se plantearon los retos actuales de la democracia, la globalización y las crisis geopolíticas que se ciernen sobre todos en este primer cuarto de siglo. La entrevista a Manuel Cruz, publicada por el diario El Clarín de Buenos Aires refleja la figura de Manuel Cruz y su pensamiento, puesto de manifiesto en la cena – debate que contó con la presencia de números invitados y socios.

https://www.clarin.com/revista-enie/manuel-cruz-logica-politica-logica-espectaculo-_0_phs8a1bwS.html

Hoy Cicerón

Hoy, 8 de marzo, la revista digital Entreletras, en su sección Ensayo, me ha publicado unas reflexiones sobre Cicerón, escritas por el ensayista y profesor de filosofía Antonio Chazarra, presidente de la sección Filosofía del Ateneo de Madrid; que creo pueden ser útiles en estos momentos de inestabilidad.

Pueden establecerse vínculos entre nuestro presente y nuestro pasado. Quizás, por eso, los hechos significativos, sus causas y efectos nos permiten conocernos a nosotros mismos, conocer la condición humana y sacar conclusiones de cuanto está pasando.

En este sentido, la figura de Marco Tulio Cicerón es paradigmática. Fue un hombre culto, extremadamente inteligente y que supo entender y apreciar, como pocos, la gravedad del periodo histórico en que le tocó vivir.

La República romana, con sus valores había llegado a un periodo en que la decadencia, las crisis, las ambiciones y el afán de poder estaban a punto de dar paso a un autoritarismo que se revistió de totalitarismo en más de una ocasión.

Cicerón supo apreciar ‘esos momentos’ previos al hundimiento. Sus obras están llenas de interesantes matices sobre el hombre, que le han llevado a que épocas posteriores como el Renacimiento o la Ilustración apreciaran sus planteamientos, su sutileza y su agudeza.

Por eso, en tiempos fronterizos y convulsos tiene sentido volver a figuras como Cicerón, releer sus obras puede hacer una lectura acertada y critica de cuanto está sucediendo.

El Club de Opinión Liber Cogitatio, se enmarca en el propósito de difundir el pensamiento libre y contribuir al desarrollo ciudadano y la convivencia dentro de los valores de libertad e igualdad buscando su origen en la Paideia griega, traducida por Marco Tulio Cicerón bajo el término Humanitas, buscan confrontar los distintos puntos de vista con el empleo de la ética y el respeto a la discrepancia.

El próximo 25 de marzo, tendrá lugar la primera cena – Coloquio del Club, después de una larga suspensión de la iniciativa a causa de la pandemia sufrida desde principios del 2020.

Cicerón (106-43 a. C): Un ciudadano culto, inteligente y contradictorio que vivió el derrumbamiento de la República Romana

Los excesos destruyen las capacidades

Plutarco

Los excesos destruyen las capacidades Plutarco Desconocemos, casi por completo, muchos aspectos significativos del pasado. Lo que ocasiona un adanismo vergonzante, así como una clamorosa escasez de datos fiables para analizarlo. Por otra parte, demasiadas biografías y apuntes biográficos miran mucho más hacia fuera que hacia adentro.

Ni es cierto que la historia se repita, ni que ‘los fantasmas del pasado’ estén muertos y enterrados. Sabiamente, historiadores y pensadores del mundo clásico nos advirtieron que la historia es maestra de la vida, aunque no se tengan en cuenta sus consejos por acertados que sean.

Entre unas cosas y otras, no somos muy conscientes de que por ejemplo, en los últimos veinticinco siglos, el ser humano con sus virtudes y sus defectos, sus grandezas y sus miserias… y, sobre todo, con sus contradicciones, no ha cambiado tanto como a veces pensamos.

Se puede ser culto e intuitivo, erudito y sabio… y, al mismo tiempo, cobarde y sin especiales dotes para triunfar en medio de las turbulencias de una vida pública y política que se iba deteriorando y no presagiaba nada bueno.

El periodo republicano –con sus aciertos y errores- fue una etapa admirable. Los romanos confiaban en el Estado, idearon un conjunto de normas, proyectos y leyes para garantizar la estabilidad, fueron sobrios y lograron extender su modelo civilizatorio. Quizás la corrupción, quizás la ambición desmedida de poder de algunos políticos y generales, quizás la pérdida de energía y vitalidad, el caso fue que la República y los valores que la habían hecho fuerte se agrietaron, se debilitaron… y dieron paso a formulas dictatoriales que hoy conocemos como la época del Imperio. Con la República se perdieron libertades y valores de una indudable importancia cívica. 2 Los romanos del periodo republicano tenían en alta consideración y practicaban virtudes viriles, entre ellas pueden citarse crear, luchar, servir y ayudar. Por otro lado, como hombres Íntegros rechazaban cualquier forma de opresión moral.

Nada que ver con el clima abyecto que se percibía en el ambiente y que anunciaba el advenimiento de un tiempo de decadencia, abusos y arbitrariedades.

Cicerón consigue lo que solo unas cuantas figuras de la historia han logrado y que no es otra cosa que captar y reflejar con propiedad y rigor el tiempo que le tocó vivir. Es, si sabemos escudriñarlo, un espejo en el que podemos miramos y que nos sigue reflejando veinte siglos después. Presagió la sin razón que asomaba por el horizonte y ese es sin duda, otro de sus méritos.

En Roma durante la República era posible el ascenso social, si se tenían disposiciones y actitudes especiales. No es que fuera una meritocracia, era una sociedad esclavista, mas destacar por su oratoria, administrar los asuntos públicos con habilidad y eficiencia o ser un ciudadano respetado por su integridad y valor, sin duda, abría puertas y brindaba oportunidades.

Desde hacía tiempo, existían disputas entre quienes pertenecían al linaje aristocrático y quienes habían ido escalando puestos, teniendo su origen en la plebe. Las guerras civiles o las figuras de Mario y Sila dan prueba de ello.

Por lo que respecta a Marco Tulio Cicerón, fue un ciudadano dotado de no pocas cualidades, destacó como jurista, orador, filósofo y escritor. Quizás lo que más me interesa de él, existiendo no pocas cosas en las que detenerse, es que ‘sus escritos’ son de gran valor para tener acceso a la vida cotidiana de los romanos, a sus pensamientos, preocupaciones, estados de ánimo, ambiciones y frustraciones. Es decir, la cara casi siempre oculta de la historia.

Tuvo no pocas contradicciones y debilidades. Conociendo, aunque sea someramente la Roma que le tocó vivir, nos damos cuenta de los numerosos aspectos comunes que existen con las sociedades actuales especialmente en épocas críticas como la nuestra, tan versátiles y tan líquidas.

Preguntémonos ¿cómo era? Desde luego, elitista y poseído de sí mismo. Se ha llegado a decir de él que era el hombre más civilizado de su época. Tuvo una educación rigurosa. Adquirió conocimientos sólidos de oratoria y de derecho. Conocía bien el griego, admiraba la cultura helena y llegó a adquirir una formación filosófica bastante completa que le permitió dotarse de un pensamiento ecléctico y de introducir en el mundo romano las principales corrientes, tanto de la filosofía clásica como las del periodo helenístico. Su estancia en la ciudad de Atenas, la recordaría siempre y le permitió absorber cuanto pudo del pensamiento y de la civilización griega.

No conocemos bien a Cicerón. Hay muchas cosas que se nos escapan entre los dedos. Pensemos en las Cartas a Ático que han llegado hasta nosotros, a través de copias y, que nos 3 permiten ahondar en sus preocupaciones intelectuales y existenciales y, también, a través de la confianza y de la amistad que tuvo con su condiscípulo, a sincerarse y darnos a conocer detalles de su intimidad. Estas epístolas son esenciales para conocer a Cicerón ‘por dentro y desde dentro’.

Hubo ocasiones en que fue prudente en exceso, incluso cobarde y voluble, lo que al fin y a la postre acabó costándole la vida. De sus escritos pueden extraerse valoraciones sugerentes de hechos históricos y, sobre todo, su interés por las distintas escuelas griegas que procuró enlazar en una visión de conjunto… practicando en este sentido un eclecticismo revelador. Pese a esto, aparecen aquí y allá, elementos de la escuela escéptica y estoica mucho más abundantes que del resto.

De sus obras, aunque sea brevemente, comentaré más tarde De república, De legibus y De senectute. Estuvo muy interesado toda su vida por el lenguaje de la moral y por la especulación filosófica, aspectos estos en los que no se ha insistido mucho.

Me atrevo a sugerir que quienes busquen adentrarse en ese Cicerón desconocido y más allá de los tópicos al uso, que lean y mediten sobre sus Cartas, que merecen una atención pormenorizada. ¿Para qué se escriben cartas? Tenemos casi olvidado el género epistolar, sin embargo, las cartas escritas a lo largo de veinte años, muestran, entre otras cosas, sus gustos y su estilo de vida. Podíamos imaginar que amaba los libros, pero ahora lo sabemos fehacientemente, gracias a ellas conocemos sus opiniones sobre los esclavos, aspectos de no poco interés sobre su familia y sus propiedades, por ejemplo lo orgulloso que se sentía de su lujosa mansión en el Palatino, que cuando cayó en desgracia, sus enemigos destruyeron. Y, sobre todo, el afecto y el cariño que tenía por su hija Tulia y los pensamientos lúgubres que se apoderaron de él cuando murió a consecuencia del parto, a la edad de treinta años. Tiene asimismo, mucho interés conocer sus predilecciones sobre los autores griegos que no sólo expone, sino que justifica. La falta de espacio me impide, muy a pesar mío, hacer algunas consideraciones al respecto.

Su actitud y, en cierto modo su ideología, ante los acontecimientos pecaba de un cierto conservadurismo. Sin embargo, con respecto a su familia, especialmente a su hija Tulia, no se comportó como un ‘paterfamilias’ sino como un padre afectuoso. Existía incluso una clara complicidad entre ambos.

Podemos valorar el ingenio de Cicerón. Su estilo es brillante y cautivador. Cuando emite comentarios sobre acontecimientos del momento, sus opiniones mordaces y sus bromas un tanto punzantes e incisivas, sin excluir sus sátiras, lo convierten en un creador fascinante.

Un buen conocedor de su biografía y de su entorno, Robin Lane Fox, rastreando establece unos supuestos de lo más reveladores. Por ejemplo, percibe con lucidez que la República estaba moribunda, que los tribunales de justicia habían pasado a ser irrelevantes y que acostumbraban a venderse al mejor postor, a quienes estaban dispuestos a entregar generosas dádivas a cambio de los favores que pretendían. Cicerón sentía un odio visceral hacia quienes van adquiriendo cada día más fuerza… y traen consigo el peligro de acabar con la República.

Debe valorarse que fue un decidido defensor de la tradición y sus valores y que combatió las tentaciones dictatoriales y totalitarias que se veían venir. Logró, durante un tiempo, capear el temporal, mas durante el Segundo Triunvirato, fue detenido y asesinado cuando intentaba huir. Ya, por entonces, la República tenía los días contados.

¿Cuál ha sido la influencia y transcendencia del pensamiento de Cicerón? Sin duda, mucha. Algunos autores sostienen que cuando Petrarca lee y analiza sus Cartas estamos asistiendo al momento inaugural del Renacimiento. Naturalmente, su proyección va más allá. De una u otra forma, los pensadores ilustrados lo reivindican y lo tienen en cuenta, especialmente por sus Tratados de contenido político. Pensemos en David Hume, John Locke o Montesquieu, todos sin excepción, lo señalan como el pensador más representativo de los años crepusculares de la República romana.

Una de sus preocupaciones primordiales fue, durante la mayor parte de su vida, la filosofía moral. Puede afirmarse que fue un escéptico moderado que, poco a poco, interiorizó los planteamientos sustanciales de la filosofía estoica. Por otro lado, le gustaba citar a Aristóteles por su rigor lógico, mas siempre tuvo una especial predilección hacia la Academia platónica.

En su andadura vital, las dudas y vacilaciones le cerraron muchas puertas. En lo que a la política se refiere era inseguro, llegando a practicar una especie de tercera vía que le restó credibilidad… al final decidió apoyar a quienes defendían el sistema republicano, tal vez fuese demasiado tarde.

Hago estas consideraciones para que el lector tenga presente que hay un Cicerón más allá de las Catilinarias. De lo que no cabe la menor duda es que advertía con plena conciencia, los peligros que se avecinaban. Es más, a partir de un momento determinado, renuncia a la vida política y escribe textualmente “a partir de ahora trataremos de servir a la patria con nuestros escritos y con nuestros libros”.

Para mí ese es el verdadero Cicerón. Su lucidez se pone de manifiesto cuando vaticina la desintegración de la República… lo que acarrearía el advenimiento de gobernantes dictatoriales, soberbios y destructivos. Una vez perdidos los pesos y contrapesos que habían mantenido al sistema republicano… lo que para él era un desastre, se avecinaba.

De esta época es asimismo su Panegírico a Catón, al que califica dolorosamente como el último republicano. Un rasgo de valor en esta etapa final de su existencia son sus famosas Filípicas, que para su desgracia no tuvieron ni el mismo efecto, ni el mismo éxito que las Catilinarias. En una de estas Filípicas, concretamente en la decimocuarta, pone de manifiesto abiertamente, su miedo a ser asesinado por los antirrepublicanos. Se cumplió el vaticinio con una precisión milimétrica.

Cicerón no solo fue un espíritu culto y sensible, que amaba los libros y que se dotó de una excelente biblioteca para poder tener largas conversaciones con quienes pertenecían a otras épocas, pero estaban unidos por afinidades selectivas, pongamos Platón.

Puede decirse que fue un espíritu libre y que valoró extraordinariamente ‘su libertad interior’. Sus afinidades y preocupaciones traspasan el tiempo. Es especialmente significativo lo que siglos más tarde opina Michel de Montaigne encerrado en su castillo, cuando dialoga con él, leyendo sus reflexiones y angustias. Dos hombres que en cierto modo tienen un universo común de preocupaciones… y que solo encuentran el sosiego cuando miran ‘hacia dentro’. Se sienten libres porque son dueños de sí mismos.

La época final de la República estuvo llena de confusión y de inestabilidad. En alguna medida, puede sostenerse que Cicerón fue un fugitivo de sí mismo, dotado de una intuición y curiosidad que le producía un deseo irrefrenable de entender el mundo, entender las claves de su época y entenderse a sí mismo.

Quizás por eso, hay aspectos de su vida que desconciertan tanto a los historiadores. Sus decisiones e indecisiones tienen una importante carga simbólica. Albergó sueños cosmopolitas, heredados del periodo helenístico. Sentía un deseo común a todos los innovadores: contar la historia de un modo distinto a como se estaba haciendo.

A Cicerón no lo podemos juzgar por los relatos hegemónicos de su época. Conviene verlo y apreciarlo como un hombre culto e ilustrado, sumido en las contradicciones de un mundo gris y opaco. Nunca perteneció al selecto grupo de los romanos influyentes… cuando lo comprendió ya era tarde, incluso para sobrevivir.

Roma estaba llena de personajes turbios. En ese ‘mundillo’ su ambigüedad no le conducía a nada bueno. Fue equívoco y pragmático. Tomó algunas decisiones equivocadas. No obstante, practicó siempre que le fue posible, una independencia de criterio. La grieta no hacía más que ensancharse. Todos los días amenazaba con ‘tragarse’ los excesivos tacticismos.

Así y todo logró dar forma a Tratados cuya fama e interés han traspasado el tiempo. La República iba perdiendo a ojos vista peso específico. En esas circunstancias caer en manos de aventureros sin escrúpulos, era cuestión de tiempo.

Las intoxicaciones políticas no son cosa de ahora. Se han practicado siempre. Las tentaciones autoritarias, es más totalitarias, iban mostrando su ’cara oculta’. ¿Por qué tenemos una imagen ennoblecida de Marco Tulio Cicerón? ¿Por qué nos parece digno de confianza? Quizás por sus dudas y por sus convicciones que le hacían reflexionar y no tomar partido a la ligera. Observa con preocupación y atención lo que sucede y da cuenta de ello. Quizás sea esa una de las principales misiones históricas de los intelectuales en tiempos de crisis.

Fue un hombre que supo mantener un equilibrio entre sus deberes públicos y políticos y su intimidad. Era plenamente consciente de que sus ejercicios arriesgados a favor de la memoria de la República era algo que ‘había que salvar’ ya que formaba parte de lo más característico de la cultura romana y del alcance político de un modo de convivencia y de la pervivencia de un modo de vida, donde las leyes estaban muy por encima de los gobernantes. Sin olvidar que, hoy como ayer, la corrupción deslegitima y como la carcoma destruye lentamente, desde dentro.

Fue, además, un perfeccionista. Nunca estaba conforme con sus discursos cuando los editaba, muy preocupado porque la palabra fuera precisa y porque sus elocuciones fueran cuidadas, convincentes e impecables desde un punto de vista lógico. Aprendió de los oradores griegos a argumentar, con contundencia y rigor, sin que esto supusiera merma alguna para su brillantez y elocuencia.

La filosofía romana le debe mucho. Su eclecticismo le permite fusionar las diferentes escuelas del periodo griego clásico y helenístico, aunque las que más huella dejaron en su espíritu fueron el escepticismo y el estoicismo, interiorizados y expuestos de una forma muy personal y original. Es, por ejemplo, muy interesante la distinción que hace entre ley civil y natural. Es más, llega a elaborar una filosofía natural. No hay que olvidar, en modo alguno, que fue uno de los pocos ciudadanos romanos que escribió Tratados filosóficos en latín, de ahí que más de una vez recibiera el apelativo de ‘traductor de los griegos’.

Sus preocupaciones filosóficas son profundas y, al mismo tiempo, muy modernas. Ahí están sus meditaciones sobre la muerte, sobre las pasiones o el dolor moral y, desde mi punto de vista, sobre todo acerca de las virtudes cívicas que estaban en peligro de extinguirse.

Las obras que más ha leído la posteridad y que siguen diciendo hoy mucho a quienes se aproximan a ellas, son dos Tratados no muy extensos, que abordan desde una perspectiva muy sugerente, la vejez y la amistad. En De senectute, Catón el Viejo dialoga con Emiliano y con Lelio. En este Tratado, Cicerón se muestra como un romano sobrio, de firmes convicciones y que valora en lo que vale, las tradiciones. Para él, los ancianos con la prudencia y sabiduría que han ido adquiriendo, están en condiciones de proporcionar consejos muy útiles para la gestión de los asuntos públicos. Han de ser respetados por su autoridad moral. Se debe contar con su ponderado criterio. Nada tan frívolo como prescindir de su experiencia vital.

Por lo que respecta a De amicitia es un Tratado nada convencional, tremendamente sincero y expresivo. Es, asimismo, un diálogo. Lelio acaba de perder a su amigo Escipión. A partir del dolor de esa pérdida, su conversación sobre la amistad es de altos vuelos. Decir amistad es hablar de un vínculo de lealtad inquebrantable. No es baladí que considere indispensable su supervivencia para que la República Romana recupere y reafirme esta virtud.

Quizás sea interesante a este respecto dedicar unas líneas a De officiis. Pierre Grimal, un conocedor excelente de Cicerón, nos dice que su intención es descalificar con argumentos sólidos, el aplauso fácil y la gloria falsa de quienes vitorean y alaban buscando exclusivamente un beneficio personal, prebendas y aquellos privilegios que otorga la proximidad a los poderosos.

Me gustaría añadir a lo hasta aquí expuesto, unas consideraciones sobre De fato, un Tratado sobre el destino de claras resonancias estoicas, ya que plantea el problema de el grado de libertad que tiene la acción humana. Su posición es nítida a este respecto, al rechazar con fuerza todo determinismo y reivindicar la voluntad humana. Cicerón no se identifica nunca con una sola línea de pensamiento o escuela, sino que toma y adapta lo que considera válido de varias de ellas.

Dejo para el final un Tratado que todo el mundo debería, a mi juicio, leer y releer De república. Cicerón la defiende como la mejor forma de gobierno. Creía y lo pone de manifiesto de forma ostensible, que el gobierno debería estar presidido por la justicia. Para él los gobernantes deben actuar como tutores de la República, buscar el bien común y no pensar, ni otorgar ventajas y privilegios a una determinada facción. Incluso se permite ir más allá. Quien no defiende la justicia está cometiendo una injusticia pública.

Poco antes de su muerte, en el tercer libro De Officiis dirige un duro alegato contra los gobiernos dictatoriales. Tiene un mérito especial, lo escribe en los últimos días de su vida, cuando está huyendo de la persecución de Marco Antonio. Son, asimismo, dignas de ser recordadas, sus diatribas contra la crueldad y la tortura.

No quisiera concluir este ensayo sin añadir que tradujo el Timeo y el Protágoras de Platón, aunque no se conservan más que breves fragmentos.

Finalizo citando una somera bibliografía de libros claves sobre este jurista, orador y pensador.

  • José Guillén Caballero, es autor de Héroe de la libertad, donde desarrolla la vida política de Marco Tulio. Pese a su extensión, 2 vol., y a que desde 1981, ha pasado mucha agua bajo los puentes, merece la pena recordarlo y consultarlo con cierta asiduidad.
  • El gran Plutarco, por su parte, en sus Vidas paralelas, donde como se recordará compara a un romano con un griego, en su Demóstenes y Cicerón, establece vínculos con el más excelso de los oradores helenos.
  • Me parece relevante, asimismo, Cicero: A portrait, de Elizabeth Rawson. Es una más que apreciable visión de conjunto de las múltiples facetas, visiones y perspectivas que pueden extraerse de su legado.

Marco Tulio Cicerón interesó en el Renacimiento… en la Ilustración y sigue siendo imprescindible consultarlo, hoy.

Estos días en que asistimos angustiados a la invasión de Ucrania, al desprecio al orden internacional y a las leyes… creo que leer, releer y consultar aquellas páginas en las que habla directamente al corazón del hombre y defiende la dignidad humana y la justicia, es un ejercicio intelectual y moral que merece la pena seguir realizando. Creyó en un orden donde tuvieran cabida la integridad y los valores de la República romana.

Leer a Cicerón es un estimulo para el pensamiento crítico, especialmente, en tiempos sombríos… aunque solo sea para encontrarnos a nosotros mismos. Donde esté presente Cicerón habrá siempre una oportunidad para el humanismo.

Cornelius Castoriadis intuyó que a la filosofía política le falta imaginación (1922-1997)

“Una idea falsa, pero clara y precisa, tendrá más poder en el mundo que una idea verdadera y compleja”

Alexis de Tocqueville

Hay pensadores a los que hay que volver, para orientarnos en este presente incierto en el que nos ha tocado vivir. Cornelius Castoriadis es, con pocas dudas, uno de ellos. Sus planteamientos filosóficos, sociológicos y culturales son ahora más necesarios que nunca, pese a lo rápido que todo perece… y a que falleció a finales del siglo XX.

Es un pensador controvertido, lucido y crítico. Jean Paul Sartre dijo de él que “tuvo razón en el momento equivocado”. Sus ideas conservan frescura, capacidad de provocación y una reivindicación del poder de la imaginación, que nos hace mucha falta hoy en día, donde la mayoría de la actividad intelectual es plana e insustancial.

Cuando la democracia está debilitada, cuando asistimos a un ascenso de los populismos, frecuentemente trufados con la extrema derecha, es tonificante que acuda en nuestro auxilio este filósofo greco-francés que se enfrentó con una enorme integridad a todo lo que suponía dominación. Esta actitud valiente, le granjeó enemistades y descalificaciones por parte de quienes hacían una lectura “cerrada y ortodoxa”, tanto del marxismo como del psicoanálisis.

En el siglo XX empezó a fraguarse una visión multidisciplinar para descifrar una realidad, progresivamente compleja, en que habíamos de movernos. Cornelius Castoriadis fue un filósofo, mas, también, un economista y un psicoanalista.

Son pocos los que hoy recuerdan su carácter combativo y su defensa del concepto de ‘Autonomía política’. Creía que la acción debe seguir al pensamiento y, por eso, fue el creador y dinamizador junto con Claude Lefort del Colectivo “Socialismo o Barbarie” y de una revista transgresora con el mismo título que suscitó interesantes debates y no pocas polémicas y que ejerció una influencia en los círculos de izquierda en los años inmediatamente anteriores a Mayo del 68.

Luis Gómez Llorente nos hablaba, a veces, que en el pensamiento de Castoriadis había ideas fuerza y planteamientos que suponían rescatar y actualizar a Rosa Luxemburg. Al igual que otros, abandonaría el marxismo canónico pasando a elaborar y dar forma a un pensamiento político próximo al autonomismo donde eran perceptibles elementos e influencias del denominado socialismo libertario.

Tuvo el mérito de ser de los primeros en criticar el estalinismo y el socialismo real, a los que calificó, un tanto despectivamente, con el apelativo de burocráticos.

En estos momentos de debilidad democrática, es oportuno que hagamos unas consideraciones sobre la evolución que han seguido los acontecimientos antes de proseguir hablando de Cornelius Castoriadis y de sus planteamientos innovadores.

La filosofía castoriadana tiene mucho de pensamiento alternativo y de crítica feroz a la postmodernidad. Conforme fue ganando espacio esta línea de pensamiento, el deseo y las pulsiones de cambio se fueron, primero ‘sofocando’ y, más tarde, olvidándose como antiguallas, que había que introducir como si de un objeto inútil se tratara, en el baúl de los recuerdos.

Desde mi punto de vista, fue desmovilizador y reaccionario el anuncio, a bombo y platillo, de que había que poner fin a los denominados grandes relatos. ¿Qué ha venido después? fragmentación, confusión, desorden y, sobre todo, una pérdida de referentes… que impiden una visión de conjunto.

Todo esto lo vio venir. Por eso, con cierta radicalidad formuló que democracia y capitalismo eran para él, incompatibles. En medio del desprestigio general de las Instituciones, sus palabras, propias de un agitador intelectual cobran un sentido casi profético.

Las consecuencias han sido, entre otras, la desafección de miles de ciudadanos hacia el sistema democrático, la rabia y las frustraciones que deslegitiman principios largamente arraigados en las sociedades occidentales.

Llueve sobre mojado. Las contradicciones, tanto en el terreno político como en el cultural y social nos desgarran. Hoy, podemos incluso rastrear los distintos grados de la derrota que han ido dejando a su paso amargas decepciones. Castoriadis nos deja como legado una idea fuerza: sin inspiración, sin imaginación… sin rebeldía contra la dominación, sencillamente no hay futuro.

Nos invita con inteligencia a reaccionar frente al agotamiento estéril y acomodaticio que nos atenaza.

Un problema con el que nos tropezamos a diario es que el concepto de democracia cada día es menos unívoco y más equívoco. Por ello, nos movemos en un terreno harto resbaladizo cuando intentamos exponer y expresar cualquiera de sus conceptualizaciones.

Las palabras de Bernard Crick, teórico político británico y socialista democrático, cuyas opiniones pueden sintetizarse en los siguientes términos: ‘Hay muchos significados asociados a la palabra democracia. Si hay alguno verdadero, como parece haber dicho Platón, debe estar guardado en el cielo y, desgraciadamente, todavía no se nos ha comunicado’

En medio de tanto desconcierto y de tanta ambigüedad, el espíritu combativo y las palabras imaginativas de Castoriadis posibilitan que nos orientemos entre tanta confusión. Es de un valor estimable su postulado de que ‘hay que reinventar constantemente la construcción de las sociedades autónomas que vayamos ideando’. No es casual que algunos pensadores hayan definido su teoría como ‘filosofía de la imaginación’.

La advertencia es nítida. Es necesario crear vínculos entre Imaginación y política. Me parece igualmente, de calado la distinción que realiza entre política instituyente y política instituida. La primera es la que está atenta a favorecer las innovaciones y a ajustarlas al devenir social. La segunda, por su parte, es la que promueve la perpetuación de lo establecido. Para él, hay que apostar por el futuro sin conocer en que va a consistir.

No es casual que considere como uno de los males que nos atenaza el que hayamos encapsulado la imaginación, tarea en la que han influido no poco, los medios de comunicación de masas.

Gusta de analizar con profundidad el pasado, como lo hace con la democracia ateniense, donde percibe la autonomía y la creación de instituciones que se ajustan a las necesidades de su momento histórico.

Me parece formidable su crítica a Heidegger, al que acusa de paso, de adulterar las traducciones clásicas de los textos que utiliza.

Lo cierto es que la sensación de ineficacia y de insatisfacción puede dar lugar y, de hecho ya lo está dando, a una regresión democrática. Es por eso que hay que prestigiar la democracia como un sistema con capacidad para resolver conflictos y reconocer lo que ha supuesto su implantación para la mejora colectiva de las condiciones de vida.

Conviene, asimismo, hacer una breve reflexión sobre la irrupción de los populismos, tan vinculados a los movimientos de extrema derecha, y su deslegitimación democrática, que puede poner en peligro la estabilidad y traer como consecuencia una pérdida de derechos y libertades y un autoritarismo creciente.

Ha de tenerse muy presente el desorden y el reduccionismo propios de toda tipología social que pretenda perpetuar el pasado, negándose a poner en juego en el tablero, las innovaciones necesarias. Hay quienes ya se atreven a expresar que la crisis -o las sucesivas crisis- que padecemos podían acabar convirtiendo en un gigantesco vertedero, tanto la convivencia como lo que se ha dado en llamar la sociedad del bienestar.

No sé hasta qué punto somos conscientes de que el mundo ha perdido sensibilidad moral, política y sindical y, las ha sustituido por proclamas vacías y retóricas del más rancio reaccionarismo.

Otro pensamiento de Cornelius Castoriadis que no quiero pasar por alto, es que el sujeto es libre de adoptar sus propias decisiones. Es consciente de que el pensamiento autónomo se resquebraja y se impone un modo de vida alienado y heterónomo. Lo que naturalmente, es fruto de distintas presiones que invitan al ciudadano a que actúe de un modo determinado que ha sido fijado de antemano.

Precisamente de ahí proviene una de sus preocupaciones esenciales. No hay objetivo de mayor alcance ni enjundia que construir modelos de sociedad donde el hombre pueda reinventarse una y otra vez.

Otro aspecto sobre el que es pertinente reflexionar, pese a que algunos lo consideran desfasado, es el de autogestión, con todo lo que implica. Un atractivo más es que argumenta, concienzudamente y critica los postulados de las corrientes que vienen preconizando la muerte del sujeto.

Es mucho lo que aún tiene que decirnos, si leemos atentamente las ideas y planteamientos de sus obras más estimulantes y provocadoras. Fue sin duda adelantado e incluso profético en La sociedad burocrática, en la que junto a aspectos autobiográficos contiene reflexiones certeras sobre el París agitado mas, vivo y creativo que conoció.

Puede sostenerse, sin exageración, que su pensamiento es innovador. En cuanto a filosofía política se refiere, su visión tiene no poco de telúrica, de sincera y de original. Se le ha calificado de excéntrico. No me lo parece.

Sus detractores afirman que algunos de sus planteamientos son demagógicos… puede que fuera radical pero el momento histórico que vivió era propicio a rupturas, a cuestionar abiertamente el marxismo escolástico, es más, a hacerlo no solo desde un punto de vista ideológico sino moral y, al mismo tiempo, a realizar una crítica profunda y rigurosa del capitalismo, con una virulencia que después se ha ido perdiendo.

Fueron unos años en los que surgieron una pléyade de pensadores y activistas, que no es fácil encontrar juntos, pero que de una forma u otra se movieron en torno al círculo de Socialismo o Barbarie. Pensemos en Edgar Morin, Jean-François Lyotard, Henri Lefebvre o Guy Debord como elementos más activos y destacados.

Fue un inconformista nato y como a todo inconformista le costaba adaptarse a cualquier modalidad cerrada. Iba siempre más allá. Son cruciales sus análisis y sus reflexiones sobre el Mayo del 68. En esta etapa, su obra más representativa y de mayor calado es La institución imaginaria de la sociedad. Su pensamiento se vuelca en la acción humana al margen de lo estrictamente lógico. Hay quien ha opinado que es y representa ‘la inspiración espiritual del Mayo francés’.

Daniel Cohn-Bendit sostiene este mismo punto de vista. Se llega incluso a señalar que el famoso slogan “La imaginación al poder” procede, casi literalmente, del último artículo que escribió en la revista Socialismo o Barbarie.

Nunca fue un estructuralista. Polemizó y se apartó tanto de Michel Foucault como de Roland Barthes y tuvo no pocas desavenencias con Louis Althusser y Gilles Deleuze. Puede afirmarse que tampoco encajaba dentro de la línea de pensamiento lacaniana, pese a las afinidades y puntos de vista compartidos que en un principio tuvo con Jacques Lacan.

De un modo u otro lo que resulta obvio es que llegó a interesarse vivamente por el psicoanálisis, desde un enfoque y punto de vista muy personal y heterodoxo.

Me parecen relevantes sus reflexiones sobre que el ser social es actividad y es hacer. En un plano simbólico, el hombre genera el mundo que habita y con este procedimiento se inventa a sí mismo.

Para él todas las sociedades construyen sus propios imaginarios: instituciones, leyes, tradiciones, creencias, comportamientos…

Su interés se centra entonces en considerar que las sociedades cambian, analizando los periodos históricos de mayor movilidad y cambio social. Esto no está lejos de la consideración de que el hombre modifica y crea su entorno con la finalidad de dar respuestas convincentes a las necesidades individuales y colectivas que siente, ahora bien, lo hace dentro de una época concreta y de una cultura determinada.

Su pensamiento se aleja, cada vez más, del determinismo materialista histórico, profundizando la brecha que lo iba separando del marxismo ortodoxo. Por el contrario, cada vez cree más en un proyecto de auto-emancipación autónoma. Esta ha de rechazar las ideologías y visiones heterónomas que han construido sus imaginarios atribuyéndolos a alguna autoridad extra social.

Fueron años de confusión y de no poco oportunismo. Observándolos con una cierta perspectiva, es útil separar el trigo de la paja y distinguir las voces auténticas de quienes se quedaron en la hojarasca y en los aspectos anecdóticos y triviales.

Castoriadis buscó lugares y espacios intelectuales, cada vez más difíciles de encontrar, donde se pudiese respirar libremente. Algún tiempo después del Mayo francés, no es difícil advertir que aparecen formas de censura, más sutiles pero de similares tendencias castradoras. Los centros de poder son conscientes de que para ‘desactivar’ las ideas más movilizadoras el consumo, la alienación y el fomento del narcisismo individualista dan los mejores resultados.

Con el paso del tiempo, Cornelius Castoriadis se va convirtiendo en un fugitivo de sí mismo, cada vez más aislado.

Una cierta impostura sustituye al compromiso. El cambio de paradigma de los slogans ‘mayistas’ por las camisetas con el rostro del Che Guevara como mero adorno estético, dan buena cuenta de los que estamos apuntando. Un halo hiperindividualista y consumista lo invade todo. La consecuencia más evidente es el alejamiento de la política y el descredito de la democracia.

La huella de Cornelius Castoriadis ha sido evidente. Algunos de los pensadores contemporáneos más influyentes la han analizado críticamente. Señalemos entre ellos a Jurgen Habermas, Daniel Blanchard o Takis Fotopoulos. A este respecto, me parecen de un alto valor las palabras que le dedica Jurgen Habermas, que por otra parte, en diversas ocasiones, lo critica abiertamente. Reconocer el valor y el alcance del pensamiento ajeno es inequívocamente un signo de grandeza intelectual.

He aquí palabras de Jurgen Habermas “Castoriadis ha emprendido la tentativa más original, ambiciosa y reflexiva de pensar de nuevo como praxis emancipadora, la mediación de historia, sociedad, naturaleza interna y naturaleza externa”

Esta visión, todo lo parcial y fragmentaria que se quiera, debe servir al menos para valorar como la filosofía política del siglo XXI, con sus rupturas y los nuevos derroteros que explora debe continuar, al menos, reflexionando sobre el futuro y las amenazas que se ciernen sobre nuestro modelo de sociedad.

El pensamiento es continuidad, aproximación y ruptura. Los filósofos de la segunda mitad del siglo XX, muchos de los cuales presenciaron el derrumbamiento del marxismo y la aparición de otras corrientes y vivieron críticamente acontecimientos como el Mayo francés, deben pensarse y repensarse como es el caso de Cornelius Castoriadis. Sus ideas nos ayudan a comprendernos mejor como seres conscientes e intencionales.

De su vasta obra quisiera sugerir, aparte de las lecturas ya indicadas Los dominios del hombre. Gedisa – Barcelona, 1988. Se trata de un análisis lúcido sobre la sociedad contemporánea.

Para quienes quieran conocer un poco más y mejor a Cornelius Castoriadis, le resultará muy útil Castoriadis de José Manuel Vera – Ediciones del Orto. Madrid, 2002. José Manuel Vera es uno de los estudiosos y buenos conocedores del pensamiento del autor greco-francés. Autor, asimismo, de Leyendo a Castoriadis Transversales. España, abril 2006 y Castoriadis: la interrogación permanente, texto publicado en Iniciativa Socialista, núm.48 – Marzo 1998.

Porúltimo, quisiera dedicar un par de líneas a Castoriadis, un titán del espíritu, de Edgar Morin, texto que se lee con pasión, que no excluye los aspectos polémicos, pero que incide en la gran estatura intelectual del pensador greco-francés.

Tal vez, en otra ocasión haya que volver sobre Castoriadis. Algunas de las perspectivas que abrió merecen una exploración detallada y concienzuda. A la hora de hacer una revisión crítica de los filósofos y sociólogos más destacados del siglo XX y de sus aportaciones a la filosofía política, por el peso de su pensamiento, por la fuerza de sus ideas y por el desarrollo de sus teorías sobre el valor de la imaginación para la construcción de los modelos sociales, no puede prescindirse, a la ligera, del legado de Cornelius Castoriadis.

El centenario de Pier Paolo Pasolini (1922-1975), nos sale al paso… ¿estaremos a la altura?

La ideología consumista… en vez de llevar una bandera, se ponen ropas que son una bandera. Han
cambiado algunos medios y algunos instrumentos externos, pero, en la práctica, es un empobrecimiento de la individualidad que se disfraza a través de su valorización.

Pier Paolo Pasolini

Pier Paolo Pasolini es, sin duda, desde una perspectiva cultural, más también ideológica, una de las figuras más representativas de la intelectualidad europea en el siglo XX. Estaba dotado de una gran vitalidad, energía y capacidad creativa.

Sin embargo, en estos años de desinterés, falta de pulso y apatía, ha sufrido un cierto ‘apagón’. Si la ocasión lo requiere se citan, como de pasada, algunos de sus films emblemáticos o más raramente alguno de sus poemas o textos ensayísticos… y poco más.

Especialmente grave, me parece que tanto en Italia como en el resto de Europa, los jóvenes tienen hoy otras expectativas, están muy alejados del contenido crítico de sus películas, de sus preocupaciones, de su sobriedad y de su actitud anti-consumista y desconocen, por completo, su valentía al apostar por la tolerancia, al situarse nítidamente al lado de los más vulnerables y al denunciar la explotación de los más débiles, la alienación y el desprecio a las minorías.

En breve, va a conmemorarse el centenario de su nacimiento (Bolonia, 5 marzo 1922) una ciudad que se ha caracterizado por su espíritu rebelde y por los conflictos sociales que tenían lugar. Las movilizaciones obreras fueron muchas, existían grandes diferencias… y la miseria, el dolor y la explotación estuvieron muy presentes hasta los años cincuenta.

Es este un momento adecuado para preguntarnos qué legado ha dejado tras sí. Es conveniente realizar unas valoraciones críticas sobre sus concepciones cinematográficas creativas y su pensamiento. En la segunda mitad del siglo XX fue un intelectual de vanguardia y su filmografía, traspasó los límites de su Italia natal, para convertirse en un director de referencia europeo. Fue, asimismo, periodista, filósofo y novelista, llegando a ser considerado uno de los intelectuales más citados y admirados por la originalidad y belleza de su filmografía y por su actitud valiente y decidida, a favor de causas que consideraba que debían ser apoyadas. Es particularmente relevante su visión de los marginados y los considerados ‘excéntricos’ por los mandarines de turno.

No debemos pasar por alto, de ninguna manera, que fue un intelectual polémico y controvertido, levantaba a su paso encendidas y encontradas pasiones. Unos lo defendieron y lo consideraron ‘un ariete’, que había abierto resquicios por los que avanzar en el reconocimiento de la dignidad humana, en tanto que otros lo vilipendiaban por sus ataques a la iglesia católica, a la actitud cruel y despiadada de los poderosos y por sus posiciones irreverentes y rupturistas.

Con el paso del tiempo, su figura continúa teniendo frescura, tanto por las manifestaciones de su espíritu inquieto como por su complejo mundo interior. Fue contradictorio, sentía un fuerte impulso religioso, mas estaba abiertamente en contra del dogmatismo y del ‘secuestro’ del sentimiento religioso por parte de una iglesia inmovilista que lo reducía todo a meros rituales. A la vez, el contenido social de sus ideas tenía una fuerte impronta marxista. Quizás por eso, se enfrentaba abiertamente a quienes, desde una visión acrítica del socialismo, consideraban el marxismo una iglesia, como contra quienes apegados a una tradición arcaica y medievalizante, convertían a la iglesia católica en un aparato de poder que progresivamente, se iba deslizando hacia la corrupción, sin lograr desprenderse de las consecuencias de su colaboración con el fascismo y de su connivencia con los poderosos.

Todavía hoy, la belleza de alguna de sus películas me conmueve. Sus diálogos son fértiles, sus imágenes impactantes. Nos muestra lo que sienten, lo que son y han sido, los humildes, los excluidos y vulnerables que es tanto como decir, los perdedores de cualquier época. Sus propósitos se manifiestan nítidamente. Sus películas son tan originales como transgresoras. Es capaz de desnudar, sin concesiones ‘su interior’ y desde una visión prístina e incontaminada denunciar la explotación, la injusticia y la violencia. No hacía gala de su homosexualidad, mas no la ocultó nunca… aceptando las consecuencias de sus transgresiones.

En la mayoría de sus films sabe fustigar, con acierto, la intolerancia y la insolidaridad, recurriendo con extrema habilidad a la parábola e incluso a la paradoja. Ya que lo que está haciendo constantemente son interpretaciones de la realidad. Advierte, con lucidez, el daño que pueden causar ciertas amenazas fantasmagóricas que pretenden, ante todo, debilitarnos mediante el miedo y la inseguridad.

No es fácil descifrar los propósitos de Pasolini. En sus creaciones hay veces en que se desprende un halo de pesimismo, mas la vitalidad y la esperanza acaban haciéndose presentes. Aquí y allá su humanismo procura torcer el brazo a cualquier forma de cinismo con sus corolarios de inacción y cobardía.

Pretende hacerse entender si no por todos por muchos, sin renunciar a lo complejo y estéticamente elaborado. Muchas veces he pensado que como otros cineastas a los que admiro, busca que el espectador se haga preguntas, en lugar de hacerlo receptor pasivo de ‘píldoras3 didácticas’. Esta contienda a brazo partido, hace que se sienta precozmente viejo pero, siempre, busca comunicar y provocar respuestas. La comunicación por la comunicación, la entiende como una cáscara hueca, en tanto que los contenidos son los que transmiten vida.

Es más, sin conocimientos, sin raíces, sin memoria, no existiría la conciencia. Para él –y ahí está buena parte de su grandeza- la reflexión y un poco de humor e ironía, deben de estar –y de hecho están- al servicio del espíritu crítico.

Hemos de poner en valor su valentía y su coherencia en vísperas de su centenario. Nos debe servir ante todo, para refrescar la memoria y para que las generaciones nacidas a finales del siglo XX y en el XXI, tengan la oportunidad de conocerlo y valorarlo. En muchos momentos comprometidos decidió ser libre y se negó con entereza a doblegarse o a poner fin a sus valientes y decididas críticas.

Nunca se arrepintió de ser el autor de algunas de las películas más escandalosas del cine europeo del momento. Señalemos tan solo Saló o los ciento veinte días de Sodoma, El Decamerón o El Evangelio según san Mateo, donde se funden logrando un resultado hermoso, la espiritualidad cristiana y marxismo.

Me parece significativo que Pier Paolo Pasolini despreciaba a su padre y sentía veneración por su madre. Por ello, no puede extrañarnos que Susana Corussi (su madre) representara a la Virgen María, en “Il Vangelo secondo Matteo”

Los más cinéfilos recordaran, sin duda, que fue un formidable director de actores. Todavía se recuerda la portentosa interpretación de Anna Magnani en Mamma Roma o tantos momentos inolvidables de Franco Citti, uno de los actores que más y mejor trabajó a sus órdenes.

Su espíritu libre le permitía hacer lo que hasta ese momento otros no se habían atrevido, como cuando en Edipo Re decide apartarse de Sófocles y hacer una interpretación muy personal. De forma similar, cuando rueda Medea -incluyendo a María Callas en el reparto- actualiza y se aparta, hasta cierto punto, de la línea argumental de Eurípides.

Desde muy pronto tuvo feroces enemigos que lo atacaron inmisericordemente desde todos los frentes. Fue denunciado por corrupción de menores y esta no es más que la primera de las muchas persecuciones judiciales que padeció. En la ‘muy católica Italia” igualmente fue condenado por críticas a la Iglesia y a la religión. Por otro lado, el Partido Comunista lo expulsó, al considerar la homosexualidad una degeneración burguesa. La intolerancia, como puede apreciarse, estaba muy repartida en la sociedad italiana del momento y alcanzaba tanto a ‘tirios como a troyanos’.

Quisiera dejar sentado porque lo considero relevante, que Pier Paolo Pasolini puede y debe ser considerado uno de los representantes más cualificados del llamado ‘Neorrealismo italiano’, al menos, en su primera etapa.

Es obligado señalar, aunque sea sucintamente, algunos de los premios y distinciones que le fueron otorgados. La lista es amplia. Señalemos, tan solo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Venezia por El Evangelio según San Mateo (1964) y en el de Cannes, el Gran Premio del Jurado por Las mil y una noches.

Cuando se trasladó a Roma, Fellini lo apoya y lo ayuda. No tuvo mal padrino. Pasolini por su parte, sabe reflejar con lucidez la vida en los barrios marginales. Dará lugar por tanto, a películas de un fuerte impacto, controvertidas, polémicas y, desde luego, escandalosas para la sociedad bien pensante.

Los ambientes que refleja son sórdidos y suburbiales. En películas como Accattone o Mamma Roma aparecen prostitutas, chaperos, jóvenes marginales sin futuro que huyen hacia delante y delinquen constantemente, así como una extrema violencia y una ausencia desgarradora de horizonte vital. Es muy angosta –si es que existe- la ‘salida del infierno’.

Tiempo habrá en los próximos meses para ir analizando, de forma más pormenorizada, alguno de los aspectos que hemos enunciado.

Existe –todo consiste en querer verlo- un delgado y sutil hilo luminoso que une el pasado con el presente. Cuando reflexionamos sobre el pasado lo estamos interpretando desde nuestro presente y se establece entre ellos una interrelación dialéctica.

Pasolini cree que es imprescindible ser heterodoxo para ser libre. Es plenamente consciente del precio que hay que pagar, especialmente en sociedades cerradas, por ejercer una actitud disidente, sin tapujos. El mero hecho de ser coherente y de atreverse a practicar una libertad de pensamiento, fue resultando cada vez más arriesgado, quizás por eso, provocar era cada vez peor visto por ‘los bien pensantes’, siempre dispuestos a la censura y al escarnio.

Hay que estimular a los jóvenes a que se animen a adentrarse en ‘el universo Pasolini’. A mediados del siglo pasado fue un icono intergeneracional. Sus películas y sus gestos cifrados van dirigidos a quienes estén dispuestos a acompañarlo por el espinoso camino que emprendió.

A un tiempo era frágil y fuerte. Para avanzar hay que luchar y hay que dejar que las contradicciones aflores y se manifiesten. Solía asumir los retos que le iban saliendo al paso con naturalidad, no exenta de amargura.

La sociedad italiana estaba cada vez más fragmentada, poniendo de relieve desigualdades e injusticias que muchos no estaban dispuestos a seguir aceptando sin rebelarse. Quizás por eso, fueron años de miseria, seguidos de una cierta recuperación económica donde la clase obrera planteaba sus reivindicaciones… y luchaba por mejorar sus condiciones de vida. Hay quienes han visto a Pasolini como un visionario. No lo creo. Fue, eso sí, un hombre que ojo avizor pensó que las contradicciones del presente se podían superar. Una buena parte de su obra está consagrada a esa esperanzada finalidad.

Un escritor –y lo mismo podríamos decir de un cineasta- si es intuitivo y perspicaz, atisba lo que ocurre a su alrededor… y hasta es capaz de predecir los cambios sociales, como había formulado unos años antes, Walter Benjamin.

Pier Paolo Pasolini, eligió su trinchera que fue la de la soledad. El artista, el creador no es aquel que tiene posiciones inamovibles, sino el que con ductilidad, acierta a describir no sólo los hechos sino los cambios de perspectiva que van teniendo lugar.

Su mirada fue siempre dialéctica. En su pensamiento están en ebullición los fantasmas interiores que provienen del pasado y la resistencia que hay que ejercer contra las intolerancias y el inmovilismo del presente. Podría decirse que es una conciencia crítica en acción. Sin alharacas, con naturalidad, su mirada crítica –que algunas consideran revolucionaria- es casi, casi un ejercicio de humildad insumisa.

Se juzga así mismo constantemente sin contemplaciones. Quizás, por eso, ‘sus confesiones son tan duras, tan abruptas, tan tormentosas’. Intenta parapetarse contra los soberbios, los intolerantes y los que se consideran en posesión de la verdad, con una entereza moral puesta a prueba una y otra vez. Buen conocedor como era de la obra de Antonio Gramsci, piensa que la lucha por otra cultura es también la lucha por otra moral, o lo que es lo mismo, por otro modo de ver y sentir la realidad.

Su mundo interior, desde su juventud fue turbulento y sometido a fuertes desgarros. Por tanto, no es de extrañar que entre sus escritores predilectos, en esos años, figuraran Fiódor Dostoievski, William Shakespeare o Samuel Taylor Coleridge.

Practicó, también –y con acierto- la poesía. Obtuvo, por ejemplo, el 1957 el prestigioso Premio Viareggio, por su poemario “Le ceneri di Gramsci” (las cenizas de Gramsci), que me parece excelente. Si bien no son fáciles de encontrar -pueden hallarse en las páginas de sus ensayos- comentarios, reflexiones y análisis de un valor nada desdeñable. La mayor parte de ellos están recogidos en “Passione e ideología”. De sus novelas de corte realista, donde describe una atmosfera violenta, miserable y feroz destacan “Muchachos de la calle” y “Mujeres de Roma”

Hemos de ir aproximándonos al final de esta larga nota propedéutica. No obstante algo hemos de decir sobre su brutal asesinato, cometido en 1975, en las arenas de Ostia, cerca de Roma, pese al tiempo transcurrido, aun restan muchos puntos obscuros, hilos de los que tirar y asuntos por esclarecer. En un primer momento se quiso atribuir el asesinato a un joven chapero, que fue detenido conduciendo el coche de Pasolini.

Una nota de crueldad innecesaria fue que el cuerpo estaba desfigurado ya que el coche le pasó varias veces por encima, por si esto fuera poco, el cuerpo fue quemado con gasolina posteriormente. Hasta aquí todo podría pasar por unas notas truculentas. Pero hay mucho más oculto, agazapado tras una densa capa de penumbra.

El supuesto asesino fue condenado en 1976, pero más tarde se desdijo de su testimonio, comentando que fueron tres jóvenes quienes perpetraron el crimen, gritando continua y machaconamente ‘¡maricón y sucio comunista!’ Cuando murió estaba escribiendo “Petróleo” su obra póstuma que no pudo finalizar.

Parece probado que Pier Paolo Pasolini tenía el propósito de hacer público en “Petróleo” el nombre del asesino de Enrico Mattei, presidente de la compañía petrolera italiana Eni.

Es más que posible que su asesinato tuviera que ver con las revelaciones que pensaba hacer. De hecho, las páginas del cuaderno donde se abordaba este espino asunto parece ser que fueron arrancadas.

Italia es un país maravilloso pero complejo. Bajo una capa apacible guarda no poca violencia. Fuerzas obscuras están operando constantemente. Hay personajes poderosos que parecen gozar de inmunidad y a quienes no alcanza nunca o casi nunca la mano de la justicia. Del asesinato de Pasolini sólo me resta por señalar que no es un caso cerrado, sino que por el contrario permanece abierto, muy abierto. Quizás algún día pueda conocerse la verdad de los hechos.

Pongo aquí fin a este breve ensayo, esperando que en 2022 sean muchos los comentarios, artículos y homenajes que se le rindan. Creo que es inexcusable que se programen ciclos de sus películas más representativas y que se organice una exposición que ponga de relieve la importancia de su figura, en la cultura del siglo XX.

Las televisiones públicas, las editoriales y las revistas culturales deberían participar activamente en este singular evento.

La neuroética, enfoque desde la psicología y la investiación científica

LOS JUSTOS

Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

Jorge Luis Borges.

La ética según la conceptualización aristotélica es la disciplina que se ocupa del bien y del mal y sus relaciones con el comportamiento. Si describimos los valores éticos más relevantes se pueden mencionar, la justicia, la libertad, el respeto, la igualdad, la responsabilidad, la integridad, la lealtad, la honestidad y la equidad, podríamos estar hablando de las ideas fuerza de la francmasonería, pero si diseccionamos el concepto y escudriñamos el trasfondo observaremos que la ética constituye la forma de ser y hacer del ser humano.

La palabra ética deriva del griego ethos, que significa la ‘manera de ser’, ‘el carácter’, ‘la costumbre’, lo que los seres humanos son y hacen y el vocablo ethos se corresponde con la voz latina moras, de donde deriva la acepción moral en nuestra lengua. Por consiguiente, la ética atañe a todo lo que es y hace el ser humano y por tanto el carácter y el temperamento de las personas se encuentran estrechamente ligados a su ética.

Ética y Moral. Aunque aún es frecuente utilizar ambas palabras con el mismo significado, los filósofos tienden a distinguir entre ética, como la reflexión filosófica sobre la moral, y moral, como un conjunto de normas, más o menos explícitas, que configuran una doctrina moral concreta: la moral católica o judeocristiana, islámica, burguesa, incluso marxista o la vinculada a determinada cultura o la respuesta de lo que llamamos civilización, etc.

Pero si la ética la encontramos relacionada con la personalidad, a través del carácter y el temperamento, podemos deducir que en gran medida la ética emana o está originada en nuestro cerebro, factor explicado científicamente por la neuroética.

Aristóteles, lo define como el bien que todos buscamos y como el fin que da sentido a nuestra vida y así alcanzamos la felicidad, que radica en una vida virtuosa. Así la prudencia o la templanza, por ejemplo, son virtudes cardinales.

Sin embargo,Immanuel Kant,entiende la ética, como un imperativo categórico que la razón nos impone por el hecho de ser seres racionales. Kant nos dice, “Actúa de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de los demás, siempre como un fin y nunca sólo como un medio”. El respeto a la dignidad del otro (y de uno mismo), reflejada por la muy común aseveración, “Lo que no quieres para ti, no lo quieras para nadie” o “trata a los demás como quieres que te traten a ti”, no “prejuzgues a los demás, piensa que seguro que te están prejuzgando a ti”.

Las concepciones filosóficas de la ética o la moral pretenden ser universales. A diferencia de las doctrinas morales religiosas, que valen sólo para los creyentes de las diferentes religiones, una ética laica busca establecer una normativa, ya sea bajo la forma de virtudes, de valores o de principios, que valgan para toda la humanidad. No vale la idea de que cada uno tiene su ética.

¿Cómo sería un juicio ético y moral según la ética kantiana?

Para determinar la validez de un acto moral, de acuerdo con I. Kant, debemos prestar atención a la voluntad de cada persona y no a la acción misma. Los actos, manifiesta Kant, no son ni buenos ni malos; bueno o malo es sólo el sujeto que los realiza, lo que nos conduce a un principio fundamental, “la ética constituye una práctica incondicional de la razón”.

La filosofía kantiana, asevera que todos los seres humanos, disponemos de la capacidad de razonar, esta capacidad es innata, como el resto de las cualidades de la razón, una vez más nos acercamos a la hipótesis científica de que estas capacidades se encuentran en nuestro sistema psiconeurológico, específicamente en el cerebro. Lo único que cuenta es la intención en el pensamiento kantiano y si se hace uso de la razón de forma libre y sin condicionamientos.

El hombre no puede ser indiferente a la problemática metafísica, tal es la razón por la cual siempre tomamos alguna posición al respecto, puesto que el conocimiento humano se limita a la experiencia. De esta forma, actuaremos moralmente sólo cuando podamos desear que nuestro deseo se considere válido para toda la sociedad. La pretensión es eliminar las excepciones, siendo igualmente válida para todas las personas. ¿Sin embargo esta aseveración es posible?, si consideramos que el análisis metafísico, en ocasiones podría alejarse de la praxis científica, seria sin duda, como mínimo cuestionable, pero si consideramos que la razón es innata y por consiguiente inherente a nuestro cerebro, instintiva o pulsional, entonces la aseveración resultaría correcta.

El imperativo kantiano no garantiza gratificaciones de índole narcisista, egocéntricas, con espejo celotípico, sino que implica respeto a la ley ética. Kant señala que el sujeto puede encontrar cualquier argumento que fundamente una conducta suya opuesta a la razón legitima o a la norma, se esconde detrás de un sinfín de mecanismos de defensa, para justificarse, huir, proyectar, pero lo que no puede el sujeto es eludir su propia reprensión, no puede alejarse de sí mismo y en ese laberinto suele perderse en la angustia.

Por otra parte, J.Lacan, el intelectual más avanzado del psicoanálisis, trata de llevarnos a considerar lo que distingue la ley moral que constituye la ética de Aristóteles, y la ética del psicoanálisis que toma en cuenta otra ley, la que nos encamina hacia un más allá del principio del placer.

Así, el avance de la ciencia nos lleva hoy a considerar la neuroética, como una disciplina que avanza en el origen y en la explicación de la personalidad humana o al menos en la expresión comportamental.

El concepto, ciertamente no es nuevo, sin llevar los avances que hoy disponemos en neurología, el legado de Sigmund Freud a la neurociencia se llama «inconsciente». El padre del psicoanálisis fue pionero a la hora de hacernos ver que las personas no somos conscientes de gran parte de los procesos que lleva a cabo el cerebro y la mente.

La Neurociencia cognitiva es un área académica que se ocupa del estudio científico de los mecanismos biológicos subyacentes a la cognición, y la neuroética una disciplina que se desprende de ella y trata de explicar la respuesta en la conducta de nuestro comportamiento.

La neuroética es una parte de la bioética, una nueva forma de fundamentar la ética desde la neurobiología y no desde el saber filosófico, que se encarga de estudiar el impacto ético, legal y social de los conocimientos y las investigaciones sobre el cerebro, y de las aplicaciones prácticas que tienen éstos en la medicina y la psicología, y por consiguiente, en la vida de las personas.

En suma, neuroética es una excelente introducción tanto para el lector inadvertido como para los profesionales de distintas áreas de la salud (Psicología, Psiquiatría, Neuropsicología, Medicina) y otros profesionales como filósofos, sociólogos etc., preocupados en la participación de las neurociencias en la comprensión de la mente, el comportamiento, las organizaciones socioculturales, la salud mental, la educación, pero ante todo en la percepción de la existencia humana y su futuro.

El cerebro es base de los procesos mentales y comportamientos, por tanto, porque no, también de la razón, las creencias y el criterio. La Neurociencia investiga la estructura y organización funcional del cerebro.

Podemos distinguir dos subdisciplinas, la ética de la neurociencia, que se ocupa de los problemas éticos, sociales y legales, asociados a la investigación y las aplicaciones de la Neurociencia, y la neurociencia de la ética, que se propone investigar los sistemas neurales que están en la base de las intuiciones, juicios y comportamientos morales, y estudia los procesos mentales superiores como la autoconciencia. Así la ética tiene una base cerebral que determina los actos éticos.

William Safire, periodista ganador del premio Pullitzer en 1978, definió esta disciplina como “el examen de lo que es correcto e incorrecto, bueno y malo, en el tratamiento clínico y/o quirúrgico y en la manipulación del cerebro humano”. Sin lugar a duda, la neuroética, plantea un problema ético profesional, ya que en efecto podría hacerse uso de una nefasta manipulación que arrastre al ser humano hacia el caos, ya que podrían responder a sesgos cognitivos que obedecen a intereses de determinadas ideologías, con el objetivo de controlar la vida humana.

Emilio García García, del Departamento de Psicología Básica de la facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, nos dice que los seres humanos hemos desarrollado, un instinto natural,(recordemos en este punto la idea que para Spinoza, explicaría la Naturaleza-Dios que es su propia causa y la única esencia), existente que surge como una capacidad en cada niño, diseñada para generar juicios inmediatos sobre lo que esta moralmente bien o moralmente mal, sobre la base de una gramática inconsciente de la acción. Una parte de esta acción fue descrita por la mano ciega de Darwin, millones años antes de que apareciera nuestra especie, el resto se fue añadiendo a lo largo de la evolución y son exclusivas de los seres humanos.

Definitivamente, no podría tratarse como revolucionaria una idea que estaba ya en el nacimiento de la medicina occidental, desde la escuela hipocrática. Desde la neurociencia, hoy se interpreta la conciencia como una conquista evolutiva de la interacción entre genes, cerebro y cultura, que cada ser humano consigue en su desarrollo personal y proceso de socialización.

El cerebro humano ha desarrollado unas capacidades cognitivas, emocionales, lingüísticas y sociales singulares, que le han permitido la interacción social, la creación y transmisión de la cultura y el desarrollo personal.

En la perspectiva filogenética, (como ya hemos apuntado anteriormente) de millones de años, surgió una capacidad cognitiva exclusiva de la especie humana: la capacidad del individuo para identificarse con los otros miembros de su especie, que le permite comprender a los demás como agentes intencionales y mentales.

De la mano de la filosofía y en especial de la metafísica hemos avanzado paulatinamente hasta alcanzar una aproximación explicativa del mundo de la conciencia, de la esencia de la mente humana y de la psique, del griego ψυχή, psyché, que podría traducirse como alma humana, la fuerza vital de un individuo y de la mano de la ciencia, paulatinamente vamos alcanzando la explicación de la esencia de la naturaleza humana, que es como decía Baruc Spinoza, una causa libre y única esencia existente.

Es por tanto la mente, alojada en el cerebro, resultado de la naturaleza que de manera armónica da respuesta al todo de la existencia universal y en este todo, que la ciencia demuestra poco a poco, sus imbricaciones y sus correlaciones, se encuentra la explicación de aquello que emerge de la mente, de las células que la albergan y/o que dan como respuesta las manifestaciones comportamentales y entre ellas, la ética.

Giacomo Rizzolatti, neurobiólogo italiano, fue el descubridor de las neuronas espejo. Rizzolatti estudió medicina y se dedicó a la investigación. En 1996, junto con otros científicos investigaban la corteza frontal inferior de un mono macaco para estudiar las neuronas encargadas de los movimientos de la mano. De este modo, las neuronas espejo fueron descubiertas por casualidad.

En investigaciones posteriores se ha confirmado el hallazgo y se ha descubierto la localización de las neuronas espejo: en las regiones parietal inferior y frontal inferior del cerebro. Además, se ha confirmado la presencia de este tipo de neuronas también en humanos.

Las neuronas espejo o neuronas especulares son las células nerviosas de nuestro cerebro encargadas de imitar las acciones que inconscientemente llaman nuestra atención. Estas neuronas nos permiten sentir empatía, imitar a los demás, así como sentir y saber si alguien nos está mintiendo o engañando.Reir al ver reir, contagiarse del ánimo de los otros, sentirse unido al otro, el egregor, son producto de las neuronas espejo.

Sabemos del inconsciente colectivo, la memoria colectiva y los arquetipos descritos por Jung y por consiguientese deduce el fenómeno que conocemos como el egregor. Un concepto de empatía que hace referencia al pensamiento colectivo o tal vez a la fuerza generada por el compartir emocionalmente aquel contenido que proviene de la conciencia. Esa entidad colectiva, que da lugar a una cierta simbiosis que contribuye al desarrollo vital.

Pero así como nosotros somos capaces de generar toda esta conciencia compartida, ella también tiene el poder de afectarnos.

Para Karl G. Jung, esa entidad psiquica colectiva, hace referencia a una dimensión que está más allá de la consciencia y que es común a la experiencia de todos los seres humanos. Hoy los avances científicos nos aportan el conocimiento desde la praxis, que efectivamente eso es posible gracias a las neuronas espejo.

Estas neuronas espejo constituyen una red invisible que une a las personas y que permite aprender de los demás. Permiten a los seres humanos comprender los sentimientos de los demás y establecer conexiones con otras personas. Cuando una persona observa a otra actuar, pensar o sentir se producen pequeños disparos eléctricos en el cerebro que activan esa señal recibida. Juegan un papel importante en la imitación, el aprendizaje y la empatía. Las neuronas espejo, por consiguiente, están implicadas en la conducta interrelacional, el comportamiento social y el aprendizaje.

Estas neuronas son las que convierten al hombre en un ser social y podemos encontrar desde luego, una disfunción que altere la capacidad empática o las habilidades interrelaciónales, y eso nos otorga una somera explicación de ciertos trastornos o enfermedades psíquicas. Los egocentristas, el narcisismo, las conductas celotípicas son disfunciones que afectan a la relación con los demás.


Este texto también está disponible en formato PDF con todas las notas a pie de página: https://clublibercogitatio.com/wp-content/uploads/2021/11/La-neuroética-enfoque-desde-la-psicología-y-la-investiación-científica.pdf

Quienes somos

Somos un grupo de ciudadanos/as cuya característica común es el pensamiento libre, reunidos para impulsar la reflexión en torno a los principios de igualdad, fraternidad, libertad, justicia social y desarrollo humano.

Saber más

Temas de interés