
Concha. Historia de una librepensadora es un libro publicado en 1885, y escrito por Matilde Fernández de Ras, una mujer librepensadora muy culta, educada en Francia, madre de Matilde Ras (1881-1969), más conocida por ser una pionera de la grafología en España, por sus interpretaciones del Quijote, y por sus artículos, novelas, guiones y obras dramáticas.
Este artículo pretende recordar la reseña que Las Dominicales del Libre Pensamiento publicó en su número del 14 de junio de 1885, firmada por Melibeo. Estaríamos hablando de una obra pionera sobre el libre pensamiento en España en relación con las mujeres y escrita por una mujer.
El autor de la reseña consideraba que la obra tenía algo de novela y algo de historia. La autora se había propuesto enseñar lo que era una institutriz. Debemos recordar que había estudiado magisterio en Francia. La institutriz no era como la vieja dueña, educada en el fanatismo, y dedicada a enseñar a la joven a su cuidado acerca de las intrigas cortesanas, sin cumplir los encargos hechos por los padres de la misma. La dueña intentaba instruir a su pupila para manejarse bien en los lances amorosos frente a la institutriz que buscaría enseñar nuevos conocimientos, lo que la “sociedad moderna desea”. La dueña representaba la mujer del pasado, mientras que la institutriz representaba la mujer del presente.
Para Melibeo, la autora había demostrado todo esto en el primer libro que publicaba. Concha sería una joven educada en la escuela de institutrices, libre de preocupaciones y fanatismos. En el ejercicio de su profesión viajaba por distintos países, acompañando a una acomodada familia inglesa. Los viajes serían importantes porque de ellos sacaba múltiples enseñanzas. Concha rechazaba las solicitudes amorosas porque pensaba que no le darían la felicidad. Concha era indiferente en religión porque consideraba que en todas las confesiones había fanatismos, llegando a la conclusión de que la persona que se consideraba dueña de su corazón había de estar conforme con sus ideas y, por lo tanto, ser librepensadora. Por eso, se comprometía con un ingeniero que, habiendo empleado su corazón en investigar la verdad, se encontraba libre de preocupaciones.
En realidad, decía el autor de la reseña, más que una novela, era una autobiografía (el marido de la autora era arquitecto, por lo que sabemos), con un estilo sencillo y natural, lo que hacía que su lectura fuera muy agradable. Por eso, Melibeo animaba a la autora a no cesar en su tarea porque la mujer española lo agradecería.